Por Enrique Campos
Twitter: @campossuarez
Una de las mejores y más inesperadas frases del presidente Andrés Manuel López Obrador la acaba de emplear ahora que se echó para atrás en eso de recortar recursos al presupuesto de las universidades públicas, como la UNAM.
Las palabras del Presidente pueden tener muchas interpretaciones, sobre todo por recurrir a una comparación entre lo divino y lo humano. Pero cuando aceptó que fue un error haber recortado los presupuestos para la educación superior, agregó que ésa es la diferencia entre el ser humano y la divinidad, lo importante es rectificar, reconocer cuando se cometen errores.
Nadie esperaría la infalibilidad de Dios en el presidente López Obrador, ni mucho menos, pero el hecho de ver a este Gobierno rectificar de tajo con esta pifia es una muy buena señal y, de hecho, brinda una esperanza.
Sólo es cuestión de que el propio Jefe del Ejecutivo dimensione el tamaño de otro error garrafal cometido por su gobierno: la cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto capitalino en Texcoco.
Claro que para entrar en razón con el tema universitario se dio una corriente de repudio al recorte que mandó su equipo de trabajo entre su propia clientela política. Y el rechazo a la suspensión de la obra aeroportuaria la ubica más en el campo de lo fifí.
Pero no es así, el error de cancelar la obra ha costado cientos de miles de millones de pesos que hoy se notan en la reducción de los alcances de sus planes de gasto social.
Un mea culpa, con este estilo franco, abierto, alejado de los políticos tradicionales, que hizo con el presupuesto universitario, para aceptar que Santa Lucía fue un error, sería la catapulta de la popularidad presidencial y la solución a muchos de sus problemas financieros.
Hay ciertamente un daño hecho, hay un nivel de confianza perdida que podría tardar en recuperarse, pero aceptar que como ser humano se equivocó en la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México podría valerle mucho dinero de regreso al sistema financiero mexicano.
Vamos camino a un año de grandes dificultades económicas en el mundo. Hay nubarrones de desaceleración económica y no se ve una pronta solución a la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Los mercados emergentes son los que más sufren en esos episodios de volatilidad y desaceleración, y no hay nada mejor que tener una economía que brinde confianza para no salir corriendo a la primera de cambios.
Sin gastar tantos miles de millones de pesos en las pistas de Santa Lucía, con una remodelación parcial y temporal para el aeropuerto Benito Juárez y con un traspaso concesionado a la iniciativa privada del aeropuerto de Texcoco, el Presidente le sumaría mucho dinero a su gasto social.
Es fantástico escuchar a López Obrador aceptar su condición humana, es maravilloso verlo aceptar que comete errores y es fantástico ver que tiene la enorme capacidad de corregirlos.
Lo que sigue es que aplique la misma humildad a una de sus peores equivocaciones sexenales, como lo fue la cancelación del aeropuerto de Texcoco.