24 Horas España
Por: Alberto Peláez
Correo: alberto.pelaezmontejos@gmail.com // Twitter: @ pelaez_alberto
Si Nicolás Maduro fuera inteligente, estaría negociando su salida. No podemos olvidar que todos los tiranos acaban mal. No hay más que recordar a Muammar al Gaddafi en Libia o Saddam Hussein en Irak.
Nicolás Maduro tiene muchas salidas. Podría marcharse a un tercer país. Cuba es una posibilidad inteligente para él. El régimen de la isla ha sido el hermano menor del chavismo. No hay más que dar una vuelta por los diferentes ministerios venezolanos donde en muchos de ellos se escucha el acento cubano.
Los dos mil generales “incondicionales” en principio a Maduro podrían dejar de serlo. El régimen se desmorona, y lo saben. A pesar de las prebendas de las que gozan con Nicolás Maduro, también se dan cuenta que el régimen atraviesa por su momento más delicado, que la opinión pública mundial se ha decantado por Juan Guaidó, de que la ciudadanía venezolana grita libertad.
No deja de ser paradójico, por lo demás, que Venezuela disponga de dos mil generales y los Estados Unidos, la primera potencia del mundo, tenga 900.
A todo esto hay que recordar el apoyo organizado que, desde el principio, tuvo el autoproclamado presidente Guaidó por parte de Donald Trump. Este último tardó muy pocas horas en reconocer a Guaidó como Presidente legítimo. Y algo más, el mensaje que le ha lanzado a Maduro de que si le ocurre algo a Guaidó, será su responsabilidad y Estados Unidos actuará en consecuencia. Es inequívoco.
Me recuerda al general Noriega, aquel militar que detentó el poder en Panamá en los ochenta y que Estados Unidos capturó y lo llevó ante los tribunales estadounidenses.
Cuando este fin de semana todos los países de la Unión Europea legitimen a Juan Guaidó como Presidente de Venezuela será un punto más para él y uno menos para Maduro.
Son muchos y muy lejanos los que le apoyan, como Israel o Australia.
¿Estamos asistiendo al principio del fin del régimen de Maduro?, ¿quedará enterrado el régimen? Sólo el tiempo lo dirá. Sin embargo, en la lejanía suenan tambores de libertad.