Latitudes
Por Alberto Lati
Twitter: @albertolati
Si el Real Madrid desmintiera cuanto rumor de fichaje le rodea, requeriría de un ejército de refutadores para tales fines: esta semana se le vincula a Sadio Mané del Liverpool, como otra a Mauro Icardi del Inter, alguna más a Christian Eriksen del Tottenham o a Paul Pogba del Mánchester United, aparte del rumor permanente de Eden Hazard del Chelsea.
Sin embargo, los únicos desmentidos oficiales (el verano pasado) o extraoficiales (este mismo lunes) brotan cuando se trata de jugadores del París Saint Germain. En concreto, con los frutos más costosos y añorados, que son Neymar Junior o Kylian Mbappé.
¿Qué sucede? Que el presidente Florentino Pérez, tan habituado a incordiar a millonarios, se llena de prudencia al tratarse de representantes de un Estado, como lo es el jeque qatarí que encabeza al París Saint Germain. Porque su primera etapa en el trono blanco se caracterizó por hallar forma de que el Barcelona no pudiera retener a Figo, ni la Juventus a Zidane, ni el Inter (con el más profundo dolor de su entonces dueño, Massimo Moratti) a Ronaldo, ni el United a Beckham (por el que, por cierto, ya había un acuerdo negociado por los red devils con el Bar├ºa y respecto al que Florentino dio la histórica repetición triple de never, de que nunca, nunca, nunca le buscaría). Similar a lo que aconteció al regresar al cargo en 2009, cuando lo de Cristiano Ronaldo ya estaba encaminado por su predecesor, mas logró llevar al límite al United, como lo hizo con Milán por Kaká y Tottenham por Gareth Bale, e incluso con el Inter por el DT José Mourinho.
Una cosa es desafiar a quienes abundan en dinero y otra distinta a quienes, además, tienen excesivo poder. Eso ha hecho que Florentino pase de lucir omnipotente a simplemente potente. Justo cuando L’Equipe ha reabierto el tema del traspaso de Mbappé, calculándolo en 280 millones de euros, diversos medios españoles han corrido a decir que no, que de ninguna manera, que el Madrid pretende todo menos molestar al emir qatarí.
¿Qué sucedería si Mbappé perteneciera, digamos, a Bayern, Juve o al gigante europeo que fuera? Que la máquina merengue ya estaría funcionando para el primer paso indispensable en esta especie de manita de puerco: hacer que el crack en cuestión se ponga en rebeldía o afirme que quiere irse, convirtiendo en legal lo que según el reglamento de la FIFA no lo es (que quien posee más de medio año de contrato reciba oferta alguna).
Acaso Mbappé terminará vistiendo la casaca madridista, aunque el camino esta vez luce diferente. Sonrisas al emir, pactos de no agresión y concordia. Es la diferencia entre enfrentar a sólo ricos y hacerlo ante quienes a la par de ricos son muy poderosos. El mandamiento de Florentino es: desearas al jugador del prójimoÔǪ, mientras no sea propiedad de un país.