FRANCIA.- La Catedral de Nuestra Señora de París o “Notre Dame” ha sido el centro del desarrollo social, político, económico y religioso tanto de Francia, como de Europa y el resto del orbe.
Su impacto comenzó justo con la consagración de su altar mayor, en 1182; allá fue llevada por el rey San Luis IX la corona de espinas, un clavo y un fragmento de la cruz de Cristo; se ofició un Te Deum o acción de gracias por la toma de la Bastilla y la beatificación de Juana de Arco en 1909, además de ser punto de celebración del fin de las dos Guerras Mundiales en el siglo XX.
Se recuerdan eventos fastuosos como coronaciones de reyes y emperadores, funerales tanto de monarcas como de destacadas personalidades, entre ellas el de investigador y explorador Jacques-Yves Cousteau, en junio de 1997.
Allí también se suicidaron la mecenas y promotora cultural mexicana Antonieta Rivas Mercado, quien se disparó dentro de la iglesia por un problema de desamor, al igual que del historiador y escritor francés Dominique Venner, quien se mató en el Altar Mayor del templo el 21 de mayo de 2013.
El impacto de la catedral de París en el arte mundial empezó al momento de su construcción, en 1163, hasta este lunes, cuando es presa de las llamas y su futuro es incierto.
Además de la arquitectura y la escultura, el templo ha sido retratado en la literatura como con la novela “El jorobado de Notre Dame” del poeta francés Víctor Hugo o “¿Arde París?”, escrito por Dominique Lapierre y Michael Collins.
En el cine se puede apreciar desde 1923 en “El jorobado de Notre Dame”, película silente de Wallace Worsley; en el clásico “Esmeralda, la zíngara”, de 1939 y con la actuación de Charles Laughton; el filme animado de la empresa Disney, proyectada en las salas en 1996; “Val Helsing”, de 2004 y protagonizada por Hugh Jackman, o “La invención de Hugo”, que en 2012 ganó cinco premios Oscar.
El templo gótico está en la Isla de la Ciudad (Ilé de la Cité), que es rodeada por las aguas del río Sena; fue edificado a partir de 1163 en una solar donde antiguamente había restos de un templo romano dedicado a Júpiter, así como una iglesia del siglo VI dedicada a Saint-Etienne y otra románica.
Su construcción, ordenada por el obispo Maurice de Sully y dedicado a la Virgen María (“Nuestra Señora”), recibe el aval de todas las clases sociales, que brindan su apoyo económico sin titubeos. Varios arquitectos con Jean de Chelles y Pierre de Montreuil, participaron en su edificación, por lo cual es posible detectar en sus líneas diversos estilos arquitectónicos.
En 1182 ya estaba en funciones el Coro, mientras seguían las labores de albañilería en la nave; la fachada occidental y las torres fueron construidas en 1200, el campanario o la primera aguja conocida popularmente como “la Flecha” quedó lista medio siglo después.
La construcción de Notre Dame se consideró finalizada en 1345, aunque aún continuaron algunas labores; durante el reinado de Luis XIV se sustituyeron varios vitrales y obras de estilo antiguo por el barroco, de moda en ese momento. De 1786 a 1792 “la Flecha” estuvo desmontada para su reparación.
En 1789 comenzó la Revolución Francesa y el edificio sufrió graves daños, fueron destruidas las estatuas y la Galería de los Reyes, se expulsó a los sacerdotes, robaron el arte y los tesoros que guardaba, para luego utilizar la nave en un sinfín de actividades, entre ellos almacén de alimentos.
Con la paz regresaron su control a la Iglesia Católica y para la coronación de Napoleón, el 2 de diciembre de 1804, se revistió de telas y tapices con el fin de ocultar los agujeros y señales de lucha.
En el siglo XIX se ordenó una serie de restauraciones a profundidad, encabezadas sobre todo por Jean-Baptiste-Antoine Lassus y Eugene Viollet-Le-Duc, quienes en 1844 decidieron rediseñar el rosetón sur y reconstruir numerosas gárgolas, así como todas las capillas interiores y altares.
También se instalaron estatuas nuevas en la Galería de los Reyes y se creó la Galería de las Quimeras, en tanto que el barón Georges-Eugene Haussmann ordena el derribo de todas las construcciones alrededor del templo para que quedara aislada y pudiera apreciarse en su totalidad.
Viollet-Le-Duc, además, decidió colocar una segunda “flecha”, de 93 metros de altura hecha con 500 toneladas de maderas finas y 250 toneladas de plomo.
En la punta colocaron la figura de un gallo que guarda tres reliquias: dos de los santos Dionisio y Genoveva, patronos de París, además de un pedazo de la cruz de Cristo. En su base quedan las estatuas de los 12 apóstoles y los símbolos de los cuatro evangelistas.
Aún París sufrió varias revueltas, entre ellas el alzamiento de la Comuna de París, que en 1871 causó un incendio, pero finalmente el edificio quedó formado por un cuerpo en forma de cruz latina, con una fachada de 40 metros de largo, 130 metros de longitud, 69 metros de alto; en su interior hay cinco naves, 37 capillas, tres rosetones cada uno de 13.5 metros de diámetro, dos órganos y 113 vitrales.
En 1965, durante la construcción de un estacionamiento subterráneo, fueron halladas varias catacumbas, ruinas romanas y de la catedral del siglo VI, al igual que varias habitaciones; en 1991 también se hicieron labores de preservación, pero menores.
Aunque el edificio es propiedad del Estado francés, que anualmente destina dos millones de euros en trabajos de mantenimiento, desde 2017 el Arzobispado local lanzó una campaña de apoyo para recaudar al menos 100 millones de euros.
El objetivo era financiar las obras de restauración, sobre todo para salvar gárgolas y arcos góticos de la Catedral de Nuestra Señora de París, afectados por incendios, revueltas, la contaminación y el paso del tiempo, los fenómenos meteorológicos, fauna como ratas y palomas, así como el tránsito de las 12 millones a 14 millones de personas que visitan cada año la iglesia, cuya entrada es gratis.
“Si no hacemos estos trabajos de restauración, nos arriesgamos a que se empiece a caer la estructura exterior. Es un riesgo serio”, comentó entonces Michel Picaud, presidente de la organización de caridad Amigos de Notre Dame.
El cardenal André Vingt-Trois resumió que Nuestra Señora de París está en “estado de emergencia”, con serios daños tanto en su interior como en lo externo. En mayo de 2017 la Arquidiócesis y el gobierno francés firmaron un acuerdo para comenzar el plan de restauración, que se prevé duraría 20 años. Hoy, con el incendio del templo, su futuro es incierto.