Por Ricardo Hernández
Cancún, Q. Roo.- Hace 49 se fundó Cancún y desde entonces no ha dejado de ser uno de los destinos vacacionales predilectos, por su blanca arena, clima tropical, manglares o los azulados y verdes mares que posee.

Como es sabido, de ser un inmenso tapete de selva salvaje, pasó a ser un magno complejo hotelero; un proyecto ideado en los 70 por banqueros, movidos, naturalmente, por extraer ganancias donde los demás sólo veían semillas hueras, y por atraer divisas al erario con una entonces cada vez más boyante actividad económica: el turismo.

Fue una comitiva, encabezada por quien fuera oficial de préstamos en el Banco Interamericano de Desarrollo, la encargada de buscar un lugar donde proyectarlo.

Aunque recorrieron completos kilómetros de litoral, al término, sólo un lugar invadía sus mentes: Cancún, Kankún o Kan Kun, como se conocía entonces.

“Una finísima lengua de tierra con forma de ÔÇÿ7ÔÇÖ, prendida como un bivalo a la costa oriental de Quintana Roo, había seducido al grupo de forma contundente y arrebatada”, recuerda en alguno de sus trabajos el entrañable cronista José Martí.

“Técnicamente se trataba de una isla, puesto que dos estrechos canales la separaban del continente, alojándose en el hueco interior del ÔÇÿ7ÔÇÖ una serie de lagunas salobres, alimentadas tanto por el mar como por una cantidad incontable de cenotes”, agrega.

El agua, templada y estable; las playas y arenas, inmejorables; fauna nociva, fácil de controlar.

Sin más, uno a uno, los hoteles se fueron erigiendo al pie de la costa a ritmo de vértigo… hasta llegar a hoy: más de 140 centros de hospedaje en playas y cerca de 5 millones de turistas al año.

Playa Delfines, Tortugas, Ballenas y Langosta; Marlin, Chac Mool y Punta Nizuc; todas públicas al disfrute de sus visitantes, envidiables, casi facsímiles entre ellas.

En la zona hotelera quedará espacio para uno o dos hoteles, más nada. Abigarrado, sin el respeto a la naturaleza ni a las normas ambientales, con corrupción, la factura llegó hace años y la contaminación es ya significativa.

En el propio Plan de Desarrollo Urbano (PDU) 2014 de Benito Juárez se reconoce que los manglares están contaminados a causa de la obstrucción del flujo de aguas que provocó la construcción artificial de la zona hotelera.

Biólogos, ambientalistas y académicos como Christine McCoy, han señalado los graves problemas de contaminación que sufren los mares, debido a un ineficiente manejo de aguas residuales y a los descuidos de los residuos de hoteles, que se suma al insólito recale del sargazo -en sólo un cuatrimestre, el municipio recolectó 150 toneladas-, y la urbanización desmedida.

Cancún va por la boda de oro, que bien podría ser festiva de atenderse los conflictos.

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