Latitudes
Por Alberto Lati
Twitter: @albertolati
Apretado entre sus seis hermanos y sus padres, Pita vivía en una diminuta casa compuesta por un solo cuarto. De pronto, lo que parecía otra tormenta más de las que suelen azotar a la isla de Tonga en el océano Pacífico, elevó en intensidad y arrasó con esas paredes. Todo lo que tenía la familia Taufatofua se fue al agua, sustituido de inmediato por la conciencia de su fragilidad y el afán de supervivencia.
Desde entonces el niño creció obsesionado en difundir los riesgos a los que se expone Tonga, máxime cuando el calentamiento global ha propiciado que las aguas crezcan y su país se ha convertido en el segundo con más posibilidades de ser devorado por la corriente (sólo detrás de su vecino Vanuatu).
Por ello, una idea creció en Pita cuando logró calificar a los Olímpicos de Río en taekwondo: portar la bandera en la inauguración vistiendo su taovala (una falda con mil años de tradición) con la mitad superior de su cuerpo desnuda y aceitada.
El impacto fue tal que los reflectores del evento no tardaron en centrarse en él, aunque al taekwondoin no le bastaba con acaparar bromas y ser visto como alguien estrafalario. Una vez con los micrófonos del mundo a su disposición, habló del cambio climático y de los temores de Tonga. “Necesito resaltar los problemas que enfrentamos, pero también inspirar a la gente a levantar la voz y convencerles de que pueden suscitar un cambio. Cuando era niño padecíamos una tormenta severa cada seis o hasta diez años. Ahora tenemos que soportar una o dos al año”.
Poco después ya era embajador de la UNICEF y el único tongano conocido más allá de la isla, con el calentamiento global al centro de cada entrevista que concedía.
Los Olímpicos invernales de Pyeongchang 2018 estaban en el horizonte y Taufatofua decidió capacitarse para participar como esquiador a campo traviesa (cross country). Esta vez, un clima de diez grados bajo cero complicaba desfilar con el torso desnudo. Sin embargo, lo volvió a hacer.
Ahora desea competir en Tokio 2020 no sólo en taekwondo, sino además en kayak. Su tercer deporte olímpico supondría un peculiar récord y, más importante para él, más micrófonos. Bien sabe, cada que desfila con el pecho aceitado, cada que da de qué hablar, cumple con la promesa adquirida cuando una tormenta se llevó su casa en Tonga: insistir sobre el terror detrás del cambio climático.
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