Los numeritos
Por: Enrique Campos
Twitter: @campossuarez
Era de suponerse que después de más de 12 años de campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador supiera lo que ocurriría con la población más necesitada del país cuando le cortan servicios básicos, como los de salud.
No son estadísticas, son personas de carne y hueso que hoy están mucho peor de lo mal que ya estaban en Gobiernos anteriores.
Habría sido lógico que después de recorrer los dos mil 458 municipios del país, el Presidente fuera más sensible para entender que quitar de un plumazo los recursos para servicios de salud, para medicamentos, para estancias infantiles, para refugios de mujeres violentadas, habría de tener un impacto negativo en los que menos tienen.
No parece que el Presidente sepa de todas esas personas que llegan, hoy en su gobierno, moribundas por servicio médico, y son rechazadas. O los que tienen que esperar meses para lograr una cita con el objetivo de atender enfermedades terminales, ni de los que se forman desde la madrugada para ser atendidos por un médico.
Hay una obsesión presidencial con todo lo que venga de administraciones pasadas. Desde su visión, todo está tocado por la corrupción, por lo tanto, tiene que ser destruido. Lo decía López Obrador en campaña, la organización de las elecciones era amañada y tramposa. Una declaración que olvidaba que, en México las elecciones las organizan y las cuidan los ciudadanos.
La base de las instituciones mandadas al diablo ahora desde el máximo Poder Ejecutivo del país está conformada por millones de mexicanos con muchas necesidades.
Germán Martínez queda bien, y mientras más lo desacrediten, quedará mejor. Se atrevió a reflejar la realidad de un Gobierno en crisis presupuestal, y a apuntar lo que los sumisos de la 4T simplemente no se atreven.
Donde el ahora ex funcionario parece errar en su diagnóstico es en responsabilizar a la Secretaría de Hacienda de tener una injerencia perniciosa en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Está claro que Martínez Cázares, por sus orígenes políticos tan contrarios al ADN de la 4T, se puede dar el lujo de ser tan claridoso en su extensa carta de renuncia, pero también es un hecho que no come fuego.
La Secretaría de Hacienda es el órgano ejecutor de las instrucciones presidenciales. Podrán ser ellos los que pongan el oficio técnico de poner y quitar, pero no hay duda que sólo reciben órdenes directas y claramente no cuestionadas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Que Martínez acuse a los funcionarios de Hacienda de ser neoliberales debería ser considerado como un halago y un remanso de tranquilidad. Es mejor tener tecnócratas a cargo de la administración de las barbaridades presupuestales que a muchos de los ignorantes que vemos abundan en otras áreas de Gobierno.
Pegarle al secretario de Hacienda y a sus colaboradores no es buena idea. Se les necesita haciendo malabares presupuestales que eviten una crisis.
El Presidente manda, y en Hacienda obedecen. El diagnóstico del intervencionismo en el IMSS aplica a todo el Gobierno y hasta a los estados, con los superdelegados, pero ése es el estilo de un Gobierno de un solo hombre.
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