Cd. de México (30 junio 2019).- En 1995, Tom Hanks prestó por primera vez su voz a Woody, el confiable sheriff de la cinta de Pixar Toy Story. Desde entonces, el actor se ha convertido en abuelo, mientras que las películas han evolucionado en una conmovedora meditación en torno a lo que significa crecer y el paso del tiempo.
Toy Story 4, que estrenó hace una semana, presenta al fiel vaquero en una nueva aventura y en lo que parece, al menos por ahora, un final concluyente.
A continuación, Hanks nos platica sobre la franquicia y lo que ésta dice sobre la familia, así como de los placeres únicos y las exigencias de interpretar a un juguete infantil.
¿Ha cambiado mucho el proceso de interpretar a Woody?
Todavía grita muchísimo. Cosas como: ‘¡Chicooos, veengaan! ¡Teneeemooos que iiir! ¡No podeeemooos dejaaarlaaa aquí! ¡Vaaamooos!’. Woody representa la brújula de la responsabilidad para todos en la habitación.
“Había veces en que me dolía el diafragma al final de una sesión de doblaje de cuatro o cinco horas, porque el reto era exprimir cada opción posible para cada diálogo. Afortunadamente, porque no fumo ni me emborracho mucho, mi voz suena más o menos igual”.
¿Qué diferencia hay entre ver a Woody y ver tu cara real en el póster de una película?
Un día estábamos en Disneylandia con los niños. Ya sabes, siempre tienen desfiles y cosas así, y esa vez había todo un carnaval del que Woody formaba parte. Estábamos observando el show y mi hija -quien ahora tiene 30 años, por cierto- estalló en lágrimas.
“Le dije: ‘Fue genial, ¿cierto?’. Pero ella me hizo ver que Woody sería parte de eso por siempre, lo mismo que Mickey Mouse. Y, de cierta manera, yo soy Woody”.
¿Has desarrollado un cariño especial por las películas de Toy Story?
Lo creas o no, de verdad pienso que son importantes. Es un disparatado grupo de juguetes, pero está este sentido de familia real y familia extendida que es tan representativo en la vida de cualquier persona, incluidos los niños, quienes estarían fascinados con que sus juguetes cobraran vida.
“Y también está el mensaje de que hay que seguir adelante, ¿sabes? El formar lazos y el avance que deben suceder en la vida, porque constantemente estamos cambiando”.
Parte central de las películas es el tema de la familia. ¿Cómo te resuena eso como padre?
Precisamente por esa razón son cintas tan magníficas. Hay un momento (en Toy Story 3) cuando la mamá de Andy está en su recámara vacía, y la realidad la golpea. Está en duelo por el hecho de que su hijo creció, de que ya no es su niñito.
“Ni siquiera participé en esa escena, pero me llegó profundamente. Uno se pregunta cómo es posible que una producción animada logre captar esto de un modo tan preciso.
“Y es la misma película en la que vemos a los juguetes pensando que el fin está por llegarle en un infierno. ¿Y qué hacen? Pues refugiarse uno en el otro. Son cosas de alto nivel las que ocurren aquí. Ni siquiera puedes decir que es una caricatura. Eso es realidad es una profunda encapsulación de un sentimiento humano”.
¿Cómo abordas las escenas emocionales?
Es como un estiramiento imaginario hasta quedar exhausto. Porque sólo estás usando la voz, no puedes quitarte el micrófono, no puedes echar mano de otro recurso físico; tienes que imaginarte esa cuestión física. En muchas maneras, es la antítesis de lo que haces como actor.
“Me di cuenta de que, en muchas ocasiones, la única forma en que podía lograrlo era cerrando los ojos, no viendo la escena ni a la gente alrededor.
Para mis últimas sesiones, pedí que colocaran el pedestal del micrófono de espaldas a ellos. No creo que pudiera haber realizado esa últimas grabaciones de otro modo. De haber notado un destello de inseguridad en cualquiera de esas líneas, el resultado habría sido insatisfactorio”.
Entiendo que Tim Allen te advirtió sobre esas últimas escenas…
Cuando me acercaba a lo que sabía iban a ser nuestras últimas sesiones de grabación, Tim me mandó un texto que decía: ‘¿Ya acabaste con las últimas páginas? Yo todavía no las supero’.
Ha sido todo una travesía con esos personajes…
Hay cuatro películas completamente distintas, no hay una fórmula que las defina, (los realizadores) no hacen estas cosas en serie. Les lleva un tiempo evaluar posibilidades y elaborar estas historias que valdrán la pena. Y esa puede ser una de las razones por las que dicen: ‘Bueno, después de Toy Story 4 no sabemos cuál será el futuro.
“Recuerdo la primera vez que conocí a Woody. Me pidieron que fuera porque iban a probar una nueva forma de animación. Y ahí estaban Woody y toda la pandilla. Vi la prueba unas seis veces consecutivas y pensaba: ‘¿Cómo lo hacen?’. No me refería a la imagen, sino cómo lograban infundirle vida tan impecablemente”.
¿Y los nietos? ¿Les gusta Toy Story?
Han visto las películas varias veces. Son las niñeras perfectas.
Con información de: Reforma