Seguramente imaginarás que vivir en Marte sería una réplica de las películas de ciencia ficción, con ciudades metálicas y autos voladores, pero la realidad es más verde de lo que pensabas.
En lugar de hábitats hechos de metal y vidrio, la NASA explora tecnologías que podrían desarrollar estructuras a partir de hongos, para convertirse en nuestros futuros hogares en las estrellas, y tal vez conducir a formas de vida más sostenibles también en la Tierra.
La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), publicó este mes en su portal digital que trabaja en el desarrollo del proyecto de microarquitectura del Centro de Investigación Ames, en el Silicon Valley de California.
Es la creación de prototipos de tecnologías que podrían “cultivar” hábitats en la Luna, Marte y más allá de la vida, específicamente, hongos y los hilos subterráneos invisibles que constituyen la parte principal del hongo, conocido como micelios.
“En este momento, los diseños tradicionales de hábitat para Marte son como una tortuga, llevar nuestras casas con nosotros a nuestras espaldas, un plan confiable, pero con enormes costos de energía”, dijo Lynn Rothschild, investigadora principal del proyecto en la etapa inicial. “En cambio, podemos aprovechar los micelios para cultivar estos hábitats cuando lleguemos allí”, indica.
El portal de la NASA publicó que en última instancia, el proyecto prevé un futuro en el que los exploradores humanos puedan traer un hábitat compacto construido con un material liviano con hongos inactivos que durarán largos viajes a lugares como Marte. A su llegada, al desplegar esa estructura básica y simplemente agregar agua, los hongos podrán crecer alrededor de ese marco en un hábitat humano completamente funcional, todo mientras están contenidos de forma segura dentro del hábitat para evitar contaminar el ambiente marciano.
Esta investigación está respaldada por el programa Conceptos avanzados innovadores de la NASA , conocido como NIAC, y es parte de un campo conocido como biología sintética: el estudio de cómo podemos usar la vida misma como tecnología, en este caso hongos. Estamos muy lejos de poder cultivar hábitats utilizables para Marte, pero la investigación inicial está muy avanzada para demostrar el potencial de estas soluciones creativas. Todo ese trabajo comienza con experimentar con hongos.
VIVIENDO EN LA LUNA Y MARTE
Crear un hogar habitable para futuros astronautas significa hacer más que hacer crecer un techo para sobrepasarlo. Ellos deberán satisfacer todas sus necesidades básicas, al igual que en la Tierra, y enfrentar los desafíos adicionales de vivir en un ambiente hostil en un mundo distante.
El proyecto de microarquitectura no puede simplemente diseñar un caparazón: está diseñando una casa. Ese hogar es más que un conjunto de paredes: tiene su propio ecosistema, con múltiples tipos de organismos junto con los humanos para los que está diseñado.
Al igual que los astronautas, el micelio fúngico es una forma de vida que tiene que comer y respirar. Ahí es donde entra algo llamado cianobacteria, un tipo de bacteria que puede usar la energía del Sol para convertir el agua y el dióxido de carbono en oxígeno y alimento para hongos.
Autor: Frank Tavares, Centro de Investigación Ames de la NASA