Tiempo Nuevo
Por: Salvador Guerrero
Correo: sgchipres1@hotmail.com / Twitter: @guerrerochipres
Hasta los últimos días de abril, por lo menos, se tuvo registro de 120 reuniones o fiestas, llevadas a cabo sin respetar el mandato de confinamiento. Según reveló la Secretaría de Seguridad Ciudadana, se trató de aglomeraciones con más de 100 personas.
Días atrás se realizó una fiesta de XV años en Iztacalco, en donde fue necesaria la intervención policíaca. Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tlalpan y Magdalena Contreras son otras alcaldías en las que se han registrado eventos privados. Al respecto, la procuradora social, Patricia Ruiz Anchondo, reiteró el llamado a la población para que la cuarentena no se rompa y se denuncien reuniones de terceros al 911.
Dichos datos merecen atención porque antecedieron al registro récord de un contagio por minuto en el país. Sus efectos, debido a quienes violaron el confinamiento, serán visibles en un par de semanas.
La crisis del coronavirus también es una oportunidad para meditar sobre los efectos de la era de la información en la toma de decisiones. Así como puede accederse al análisis diario de la pandemia, abundan las cadenas, las fake news y la desinformación.
Algunas voces preferirían una ley marcial contra quienes no respetan la sugerencia global y local de quedarse en casa. La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, reconociblemente, ha preferido una salida progresista y democrática en que el Estado instruye pero no persigue a La Franco española, o la exorbitante polarización a La TrumpÔǪ o como en la India.
Es claro, y el Ejecutivo lo ha subrayado, que en un país tan complejo es imposible alcanzar un confinamiento absoluto, que significaría la falta de ingresos inmediatos para un porcentaje de sus habitantes. Los sondeos populares de algunos noticieros muestran cómo, al azar, hay una mayoría que no cree o se negaba a creer en la existencia del virus.
El esfuerzo del doctor López-Gatell, quien ha sido considerado por autoridades en materia de Salud como uno de los mejores epidemiólogos del mundo, y las estrategias de los gobiernos federal y local, pierden eficacia cuando la sociedad no consume información veraz. Ahí está el caso viral de la historia de que médicos potosinos operaron falsamente a alguien para extraerle el líquido sinovial.
El conocimiento es la directriz de la responsabilidad social; cada uno depende del otro para ser más efectivo. En el umbral de la fase más crítica de la pandemia, es más importante que nunca no permitir la proliferación de la paranoia, la irresponsabilidad y la mentira.
En días recientes, el presidente Andrés Manuel López Obrador enlistó algunos puntos de aprendizaje tras esta experiencia colectiva. El más importante es la verbalización de la preponderancia de los valores y familia sumados a la atención de las vulnerabilidades del sistema sanitario.
A éstas deberían añadirse, como parte integral de la justicia, la abolición del oscurantismo intelectual y las herramientas de aprendizaje y discernimiento para todas las personas. Lo demás, en buena parte, son granjas de bots o adversarios con deudas.
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