Tiempo Nuevo
Por: Salvador Guerrero
Correo: sgchipres1@hotmail.com / Twitter: @guerrerochipres
El Fondo Monetario Internacional (FMI), las consultoras y calificadoras globales y la evidencia de caídas en todas las bolsas del mundo representan estragos que son el prólogo de una situación indispensable de atender con cautela administrativa y política. Al mismo tiempo, es exigible la mayor atención a lo social y disposición creativa para detonar muy pronto la inversión.
Las históricas caídas del petróleo, el ajuste cambiario y el desempleo elevado a un millón, según la estimación presidencial, son fenómenos que pálidamente hablan de la incertidumbre de millones de familias.
Ni en los contados casos donde los índices de contagio fueron menores de entre los países de la OCDE, se puede eludir la crisis del confinamiento o sus resultados colaterales.
En la Ciudad de México se pueden mencionar los 150 mil empleos perdidos entre enero y abril, cifra que quizá se superará al consolidarse las estadísticas de mayo.
Las autoridades globales y locales comprenden, salvo los dardos de los memes en sentido opuesto, estas condiciones extraordinarias. El reconocimiento a Hugo López-Gatell respecto de su labor mediante la incorporación a un panel de expertos de la Organización Mundial de la Salud, o el anuncio del Gobierno capitalino, liderado por Claudia Sheinbaum, respecto a la reducción del gasto corriente a la mitad, sin contemplar despidos o dañar estabilidades laborales, es parte ilustrativa de un proceso de acción gubernamental y comprensión merecedor de atención.
Más aún cuando hay una guía de la política de austeridad que parece antipática solamente a quienes apuestan a la ampliación de la deuda pública como palanca de financiamiento inmediato.
La determinación de ajustar a la burocracia en CDMX expone la afinación de metas, el análisis de escenarios y las posibilidades en medio de la emergencia. Su objetivo principal es claro: que el Gobierno no vuelva a ser un lastre para la sociedad y retribuya, con la reducción de gasto innecesario, a favor de proyectos y resultados.
A la estrategia la integran 36 programas y obras concretas, cuyos ejes van desde la mejora en los servicios de salud, el impulso a la educación y el medio ambiente hasta el combate a la violencia de género, el trabajo de infraestructura y obra pública en ciertas zonas, y la expansión y perfeccionamiento de servicios de movilidad, transporte y seguridad, entre otros temas.
A la ciudadanía le toca replantearse, diversa como es, su manera de incorporación del lado de soluciones que pasan por la esencial cautela en una fase cuyo término no es claro en ninguna parte del mundo.
La pandemia renovó la agenda pública y mientras de un lado exhibe las carencias derivadas de la desigualdad o de insuficientes capacidades institucionales, del otro ha permitido el anuncio del aumento de la capacidad de atención de cuidado intensivo hasta la exigencia salud de calidad, educación y su asociación con los temas de innovación y vigencia de derechos.
La pandemia dinamizó la austeridad y colocó a ésta en el centro del diálogo político.
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