Llegó a su etapa final el dichoso Programa de Estímulos de 1.9 billones de dólares con lo que suma 4.8 billones de dólares de gasto en esta pandemia, cuando en 2009, el recurso fue por 800,000 millones de dólares de la crisis subprime (financiera). El programa fue firmado por el presidente Joe Biden para convertirla en Ley y activarlo, lo que implicará el envío de los $1,400 dólares vía transferencias directas a cuentas de las personas, los recursos a pequeñas empresas, a estados, a municipios, al proceso del control de la pandemia que servirá, tanto para construir “tipo consultorios” para vacunación Covid a lo largo del país, como para la distribución de las vacunas en farmacias minoristas y tiendas de autoservicios.
Ahora, el turno es para El Programa de Infraestructura. Se buscará aprobar este plan entre USD$2.0 y USD$4.0 billones para mejorar instalaciones como puentes, carreteras, aeropuertos, puertos, tubería de agua y alcantarillado, redes de banda ancha, además de la necesaria para impulsar la transición a una economía libre de emisiones de carbono para mediados de la década de 2030. El sistema ferroviario carece de la velocidad y seguridad del existente en Europa y China. Generará una recuperación más acelerada de empleos y detonará muchos subsectores que acompañan a la infraestructura.
La semana pasada, la American Civil Society of Engineers, una sociedad civil, afirmó que Estados Unidos necesita gastar 2.8 billones de dólares durante la próxima década solamente para actualizar sus carreteras y líneas ferroviarias.
Un punto relevante es el del financiamiento: Durante la campaña electoral, Joe Biden dijo que invertiría USD$2.0 billones en infraestructura y que este plan podría financiarse con mayores impuestos a las empresas y las personas ricas. Sin embargo, en el mismo equipo de Joe Biden argumentan que el gasto deficitario permitirá que la administración se mueva más rápido. Esta idea no les gusta a los demócratas más de izquierda.
Módulos Covid en banquetas
A finales de enero pasado, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), que dirige Jesús Rosano García, respaldó la instalación de tres laboratorios autorizados por la Cofepris, ahora al mando de Alejandro Svarch, para que pasajeros y tripulación de vuelos internacionales puedan realizarse las pruebas de Covid-19, al ser un requisito indispensable para viajar a algunos países. Sin embargo, ahora se han instalado de manera exprés dos módulos más afuera de la Terminal 1 sobre la banqueta, esto entre las puertas 6 y 8.
A raíz de esto, diversas voces al interior de la 4T, así como usuarios del aeropuerto, comienzan a cuestionar si se concesionó el espacio público en vía federal a un particular y bajo qué condiciones. A esto habría que sumar que tanto la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), de Jorge Arganis Díaz Leal, como la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, deberían investigar si cuentan con todos los permisos para operar en la manera en que lo están haciendo.
@1ahuerta