Alguien con un poco de conocimientos en materia jurídica le habrá dicho al presidente Andrés Manuel López Obrador, desde el principio, que su decreto de política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, publicado en mayo del año pasado, violaba las leyes.
Se nota que sus asesores legales no son muy hábiles, porque tampoco le advirtieron que después de que la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó ese decreto, en febrero de este año, por anticonstitucional, no tenía sentido obligar a sus legisladores a modificar las leyes secundarias que después del cambio se mantendrían en el mismo estatus de violación a la Carta Magna.
Y quién sabe qué clase de asesores políticos tenga que no le advierten que este nuevo lance de buscar una reforma constitucional debería toparse con una pared opositora en el Senado de la República.
Ahora, es posible que sus asesores legales y políticos sí sean verdaderos expertos en sus materias, pero que, ante esa probada actitud impositiva del Presidente, para que las cosas siempre sean como él quiere, simplemente estén de floreros.
Lo que sí queda claro es que antes que abogados o expertos en temas energéticos, López Obrador les hace caso a sus propagandistas.
Si desde un inicio la 4T hubiera empezado la contrarreforma energética con una iniciativa de modificación constitucional, se habría ahorrado todos los pasos fallidos previos. Pero tal parece que es justo lo que querían, un proceso largo, sinuoso y muy útil para su causa.
Lo que dejan ver, desde esa manipulación de una opinión pública fanática y poco informada, es que ellos que se venden como los paladines de las causas del pueblo, han luchado incansablemente en contra de esos enemigos imaginarios que ellos han creado y que lo mismo son empresarios que jueces o periodistas malvados del neoliberalismo corrupto.
Así, como un quijote, el defensor de la transformación ha peleado desde mayo para que haya soberanía energética a favor del pueblo. Cuando todo se trata de un intento por privilegiar a una empresa estatal ineficiente a un alto costo para el desarrollo del país.
Desde mediados del año pasado ha posicionado su discurso de lucha contra esos intereses oscuros que ahora tiene su más reciente batalla en ese intento de frenar al poder judicial y en el anuncio del siguiente paso de una eventual iniciativa de reforma constitucional.
Y sí podría la 4T sacar adelante una reforma a la Constitución para consolidar esa contrarreforma energética si algunos de los legisladores opositores convenientemente se enferman por aquellos días de la votación. Podrían recibir un expediente, no uno médico sino de inteligencia financiera, que los convenza.
Y vendría después la siguiente batalla contra los monstruos del exterior que recurrirían a instancias internacionales, como el mismo texto del T-MEC y otros acuerdos internacionales.
Como sea, ya posicionaron entre su clientela que esos abusivos extranjeros solo quieren pisotear al pueblo bueno.
Desmantelar la reforma energética tiene razones ideológicas y consecuencias terribles para la economía. Pero el proceso tiene un enorme uso propagandístico al que vaya que le han sacado provecho.
@campossuarez