David Joel Kaplan de origen estadounidense fue un reo que se encontraba recluido en la cárcel de máxima seguridad de Santa Martha Acatitla, pero que fue liberado por un excombatiente que sirvió en la Segunda Guerra Mundial, quien lo sacó en helicóptero ante la mirada de los custodios.
Se presume que Joel Kaplan era narcotraficante y que provenía de una familia poderosa, además fue señalado de estar relacionado con un agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos.
David J. Kaplan escapó de la entonces prisión de máxima seguridad de Santa Martha Acatitla, gracias un preciso y millonario plan de su hermana
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Kaplan estuvo en prisión y purgaba una condena de 20 años por homicidio, primero en el “Palacio Negro” de Lecumberri y luego trasladado a la entonces cárcel de máxima seguridad de Santa Martha Acatitla.
Al tener su familia capacidad económica, el extranjero había intentado varias veces escapar de su encierro, lo que provocó que gastaran millones de pesos en algunas ocasiones, de acuerdo con los reportes de prensa de aquellos años.
El periódico La Prensa señaló en una nota que Joel Kaplan habría matado a su socio, Louis Melchor Vidal.
En ambulancia, primer intento
El primer plan para su escape consistió en sobornar a un chofer de ambulancia para que lo sacara del reclusorio al fingir una apendicitis.
Serían dos mujeres estadounidenses y un hombre canadiense sin una mano quienes lo ayudarían en el escape, pero el conductor de la ambulancia fue despedido porque llegó ebrio a trabajar.
Resulta que recibió un adelanto por su trabajo y festejó que iba a recibir en total 75 mil pesos.
Muerte y viaje a Perú, segundo strike
Fingir su muerte era el plan definitivo, aunque para ello tuvo que prometer sobornos de hasta 100 mil pesos para que se diera una certificación de muerte.
Su “cadáver” sería reemplazado por uno auténtico y él se dirigiría a Perú, aunque al momento de pedirle dinero a su tío, el señor Jacob M. Kaplan, pero este se negó.
En todo caso su hermana, Judy, sí aceptó proporcionar la ayuda necesaria, incluso ella llegó más lejos al pedir la ayuda de exagentes de la CIA, así como de desertores del régimen cubano y exmilitares.
Se sugirió la idea de hacer un túnel para sustraer a Kaplan, pero luego de bastante trabajo encontraron en el subsuelo lava volcánica lo que volvió imposible este método.
Entre los contactos de exmilitares y agentes de la agencia de inteligencia americana, Judy Kaplan conoció a Víctor Stadter, veterano de la Segunda Guerra Mundial.
Stadter ahora se dedicaba al contrabando de todo tipo de productos en América Latina.
Este hombre mandó un correo a varios políticos mexicanos con la promesa de recibir mucho dinero a cambio de la liberación de su cliente, no obstante, la respuesta fue que siempre habría alguien arriba que pediría su encierro.
“Métodos hollywoodenses”
Tal vez el último de los planes que ideó consistía en medidas extremas para su salud; tenía que tomar una droga para parecer enfermo y un maquillista cambiaría su imagen de manera radical.
Incluso un peluquero de Nueva York habría hecho una peluca de 700 dólares para Kaplan, pero antes de llevarse a cabo esta opción enfermó de verdad.
¡Cómo en Vietnam!
El aire era la única opción viable, Kaplan lo sabía, conocía cómo eran las operaciones militares para salvar a soldados estadounidenses de las prisiones del Vietcong.
Para ello necesitó la ayuda del narcotraficante venezolano, Carlos Contreras Castro, quien desactivó la alarma de la torre de vigilancia.
Víctor Stadter contrató además a un experimentado piloto que sirvió en el frente de Vietnam, su nombre era Roger Hershner.
El helicóptero se consiguió por 70 mil dólares en Wyoming y de adquirió a una empresa que se dedicaba a la exploración de Uranio, la Natrona Services, Inc.
El plan definitivo consistió en que los hombres tendrían que estar en una cancha de baloncesto con un periódico bajo el brazo (para ser reconocidos por el piloto) a las 18:30 de la tarde.
Eran 30 segundos los necesarios para que esto funcionara; 10 para que los guardias se percataran de la aeronave, otros 10 para que pudieran subir a bordo y los últimos para sortear los disparos de los guardias.
El 18 de agosto de 1971 fue el gran día, todo había sido practicado y estudiado, ellos estaban en el lugar acordado a la hora mientras los demás reclusos observaban una película en la cafetería.
El helicóptero descendió sobre el gran patio trasero, incluso cuenta Stadter que los oficiales los saludaron, pues creían que se trataba de un alto mando de la prisión, pues ellos lo pintaron con los colores característicos.
Los dos reclusos subieron a bordo y se marcharon, a la vista de todos, a Actopan donde otra aeronave, una tipo cessna 210 los esperaba.
Aquí se separaron Castro y Kaplan, quien uso su nombre en todo momento para poder pasar la frontera hacia Estados Unidos.
El Gobierno de México nunca inició un proceso de extradición por este incidente y se asegura que Estados Unidos tampoco, debido a que el FBI no tenía datos criminales en su contra.
Los hechos de esta increíble fuga se narran en el libro The 10-Second Jailbreak: The Helicopter Escape of Joel David Kaplan así como en diversos periódicos de la época.
Aunque existen incoherencias en los datos de algunos personajes de esta historia el único hecho en el que se coincide es en el escape de Kaplan y lo épico que fue.
Este hombre murió en Miami en 1988, sordo y con una salud que se deterioró mucho. Su tío, Jacob, a quien se le atribuye el hecho de montar el asesinato en México para encerrarlo, murió un año antes.
Información de 24 Horas México