La plenitud ciudadana, acceso universal a derechos y consecuencias para perpetradores solamente pueden existir con la erradicación de la violencia machista.
Sin saldar la deuda histórica respecto de las mujeres y sin la terminación transformadora de las violencias, de las cuales somos responsables en 90% los varones, cuando se habla de violencia familiar y de género es impensable la vivencia real y cotidiana de nuestra libertad, sujetada por décadas, al ejercicio del poder y sus microdiversidades diarias.
En los organismos internacionales se ha consolidado paulatinamente la impresión de que se requerirán 60 años para alcanzar el ideal relativo de la igualdad de género. Si acordamos en reconocer que la sociedad mexicana vive un proceso “transformativo” o “transformador”, ¿no es viable pensar que ese lapso debería acortarse a menos de una generación?
¿Debemos aceptar el escepticismo? El pesimismo promedio respecto de la readaptación constante y experta del machismo a su propio predominio hegemónico, ¿es inevitable? ¿Es esto importante para la mayoría visible y políticamente actuante de las mujeres?
Soy parte de quienes proponemos, en el proceso reeducativo permanente a que estamos obligados los beneficiarios del machismo estructural, un eficaz acompañamiento violeta, como lo llamamos en el Consejo ÔÇösignificado como el color de la lucha de las mujeresÔÇö ante las diversas formas de violencia, a fin de lograr justicia y vencer la impunidad. Ello desde lo psicológico y lo jurídico, pero fundamentalmente desde lo comunitario que es una forma de enunciar lo político.
Este 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer ÔÇöestablecido en el año 2000 por la ONUÔÇö, y que coincide con el segundo aniversario de la declaratoria de Alerta por Violencia contra las Mujeres en la Ciudad de México, hecha por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
El proceso para desestructurar los machismos hegemónicos está en marcha. Más lento de lo deseable. Hay una mayor concientización de las posibilidades y espacios para recibir apoyo, lo que se refleja en una mayor cantidad de reportes y denuncias sobre delitos sexuales y violencia familiar.
Más del 65% de los reportes que recibe el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, desde todo el país, corresponden a mujeres, y 90% de ellos están relacionados con diversas violencias.
El objetivo es hacer visible lo que antes quedaba en el ámbito privado, ya fuera por temor, apego emocional o económico al victimario ÔÇöen un 80% de los casos de violencia familiar identificado como una persona cercana sentimentalmenteÔÇö, poca empatía de las autoridades o falta de redes de apoyo.
Ayudarles a romper el silencio es vital en la agenda de nuestro siglo. De las violencias, preventivamente y en especial respecto de la violación y el feminicidio, se debe hablar, no callar.
Hay algunos avances significativos. Reveladores de voluntad y compromiso. Identificadores del enorme trayecto por avanzar. Se han desplegado programas especializados para poner en el centro a niñas y mujeres. La Secretaría de las Mujeres, a cargo de Ingrid Gómez Saracíbar, ha visitado más de 167 mil hogares con acercamiento directo a los integrantes de la familia.
Desactivar las estructuras machistas permitirá transitar hacia la plenitud ciudadana, que se alcanzará una vez que la deuda quede saldada con las mujeres.