Como miles de mujeres, Andrea (nombre usado para resguardar la identidad de la víctima) vivió violencia en su relación amorosa. El estrés y las agresiones la llevaron a terminar con su pareja.
Sin embargo, la ruptura no puso fin a sus problemasÔǪ Al contrario, marcó el inicio de las amenazas y el acoso que la orillaron a buscar ayuda en la Secretaría de las Mujeres capitalina (Semujeres).
Durante dos meses Andrea padeció un viacrucis. “Me empecé a enfermar, a bajar de peso; incluso tenía un ojo cerrado debido al estrés”, relata y advierte que el constante hostigamiento de su expareja tuvo repercusiones físicas en ella.
Para mantenerse segura, Andrea cambió de domicilio, pero eso no impidió que las agresiones continuaran e incluso perdió su empleo y su fuente de ingresos. “Él empezó a mandar fotos íntimas mías”, recuerda y asegura que esa fue la causa de que la despidieran de su trabajo.
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ÔÇÿMandó fotos íntimas mías y por eso perdí mi trabajoÔÇÖ
Cuando la situación se salió de control, ella acudió con sus padres, quienes a través de un familiar la canalizaron a Semujeres y, aunque en un primer momento pensó que sería juzgada por ellos, sus progenitores la han acompañado en todo el proceso. “Lo importante para ellos es mi seguridad, mi protección y mi integridad”, destaca.
“Si en algún momento me llego a topar a esta persona en la calle, tengo el Código águila mediante el cual me mandan una patrulla”, cuenta Andrea al describir los servicios que Semujeres puso a su disposición, entre ellos atención psicológica y asesoría jurídica.
A la espera de que la Fiscalía General de Justicia le asigne una abogada para dar seguimiento a su denuncia por violencia de género contra su expareja, Andrea dice sentirse más segura y llena de esperanza, pues confía en “que se haga justicia por los delitos que cometió esta persona”.
Con información de: 24 Horas nacional
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