ADRIAN TREJO

No le conocíamos al coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, una fe como la mostrada ayer al postergar para el domingo próximo el debate del dictamen de reforma del sector eléctrico.

A lo mejor piensa que así va a resucitar, porque hasta ayer estaba muerta y apestando.
Tan así, que los legisladores de la oposición coaligada en Va por México, habían decidido dormir en San Lázaro para evitar que Morena les impidiera el paso, como ya habían advertido.

Pero no será necesario el desvelo.

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Por mayoría de votos en la Junta de Coordinación Política, Morena impuso su criterio de aplazar la discusión y votación que, de haberse realizado hoy, la tenían perdida.

Morena y sus rémoras ganaron (no queremos decir compraron) tiempo, a la espera de un milagro que permita la resurrección de una ley desechada por la oposición.

Todavía ayer por la mañana, luego de ganar la votación en las comisiones unidas de Energía y Puntos Constitucionales, Morena presentó cuatro reservas para incluir en el dictamen algunas coincidencias con el PRI, que, pese a ello, ratificó su decisión de votar en contra.

Los días obtenidos no serán para la meditación y la contrición, sino para el intento de convencer al mayor número posible de legisladores de oposición para que voten a favor de la iniciativa presidencial.

La iniciativa busca su domingo de resurrección esperando que haya varios Judas en la oposición; no tendrá su sábado de gloria y Mier sabe que si no complace los designios de lo alto le espera la crucifixión mañanera desde donde será lanzado a los leones morenos hambrientos de culpables.

La pregunta es si en estos días de reflexión y recogimiento, el PRI, el PAN y el PRD mantendrán sus convicciones intactas o alguno cederá al griterío del pueblo bueno y sabio que los quiere ver crucificados por no compartir la visión del mesías del que hablaba Enrique Krauze.

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No hay como justificar la baja participación de los morenistas de la Ciudad de México, a pesar de las declaraciones triunfalistas de Claudia Sheinbaum.

La jefa de Gobierno aseguró que la capital del país “es obradoristaÔÇÖÔÇÖ, declaración que se puede cuestionar simplemente comparando los porcentajes de votación obtenidos en cada entidad.
En la Península de Yucatán, Veracruz y Tabasco, porcentualmente -ojo- participaron más ciudadanos que en la capital.

En todos esos estados, excepto Tabasco que registró la mayor votación porcentual de acuerdo con su padrón electoral, arriba de 30%, la votación fue superior a 20% de su lista nominal de electores.

En la Ciudad de México, con padrón de 7.8 millones de ciudadanos, votaron apenas 19%; evidentemente la mayoría por que López Obrador terminara su mandato.

Sheinbaum fue quizá una de las funcionarias públicas más activas en la promoción de la revocación, incluso en contra de la ley, pero sus resultados no fueron los que ella esperaba y menos los que deseaba López Obrador.

Otros gobernadores morenistas serán llamados a cuentas; destaca el caso de David Monreal, que no llegó ni al 10%, votación similar a la que se registró en estados gobernados por la oposición.

No es por querer aguarles la fiesta, pero ayer el Presidente no se veía nada contento a pesar de haber “arrasadoÔÇÖÔÇÖ -¡era el único en la boleta!- como sus seguidores presumían.

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Bien por el INE que demostró nuevamente ser un organismo confiable y seguro a pesar de estar bajo asedio desde 2018.

Ahora a esperar la iniciativa de reforma electoral que prometió mandar el Presidente después del ejercicio de revocación.