El Ejército mexicano ha sido obligado, en esta administración, a ir en contra de su razón de ser, de su propia naturaleza.
La política de “abrazosÔÇÖÔÇÖ maniató a las Fuerzas Armadas: ni combate -en el más estricto sentido de la palabra- al narcotráfico ni ayuda a prevenir los delitos comunes.
Dos ejemplos de cómo la delincuencia organizada ha humillado a las Fuerzas Armadas los tuvimos esta semana.
El primero, en Marquelia, Guerrero, cuando un vehículo de la Marina Armada de México fue detenido por presuntos narcotraficantes en el centro del poblado.
Ahí, quien se aprecia como dirigente de los delincuentes, habla con el líder del comando militar y le dice, sin la compasión que el presidente López Obrador reclama para las bandas: “mire, la verdad te pensábamos manear (o balear) y colgarte de un puente, pero por el presidente municipal (que estaba parado a un lado) que es nuestro mando, te lo perdonamosÔÇÖÔÇÖ.
El otro ejemplo fue más visto: un convoy militar siendo perseguido por camionetas de narcos en el pueblo de Nueva Italia, Michoacán, mientras que los delincuentes ríen y retan gritando “¡tírale puto, tírale!”
López Obrador dijo que después de la corretiza los militares pidieron refuerzos y regresaron al sitio en el que encontraron laboratorios para la producción de metanfetaminas.
Quién sabe.
Lo cierto es que ambos videos, tomados por los delincuentes, son la mejor antipropaganda de la estrategia (por llamarla de algún modo) gubernamental de combatir a la delincuencia organizada.
En varios estados de la República, en donde el narco ya domina el territorio, la paz la han establecido los cárteles y no los poderes legalmente constituidos.
Sí Sinaloa no es noticia como sí lo son Guerrero, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, entre otros, se debe a las condiciones que han establecido “Los ChapitosÔÇÖÔÇÖ y no por la eficiencia de las policías locales.
Con lo dicho por el Presidente ayer, lo único que falta es que en cada operativo las Fuerzas Armadas tengan que pedir permiso y en caso de verse en desventaja hasta pedir disculpas.
Así no se puede.
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En Durango se prevé un auténtico final de fotografía para la elección de gobernador y alcalde de la capital el próximo 5 de junio.
Si no lo cree, basta ver que por allá anda la plana mayor de los partidos en apoyo de las campañas de sus candidatos.
Allá estuvo ayer Mario Delgado, presidente de Morena, en apoyo de Marina Vitela y para hoy viernes se espera a Alejandro Moreno, en refuerzo de Esteban Villegas.
Por parte del PAN se encuentra en Durango Juan Carlos Romero Hicks, a quien consideran importante refuerzo para Villegas en la “Alianza Va por DurangoÔÇÖÔÇÖ.
Panistas y priistas perciben que pueden ganar a tres semanas de las elecciones, cuando las encuestas les conceden una mínima ventaja sobre Morena.
A ver.
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En donde la situación para la alianza opositora está color de hormiga -negra-, es en Hidalgo, en donde no ha prendido la candidatura de Carolina Viggiano.
A tres semanas de la elección, el morenista -con sangre tricolor-, Julio Menchaca, lleva una ventaja de dos a uno y salvo un milagro o un error grosero perdería la elección.
Quizá la candidata opositora crea en la máxima del exgobernador de Oaxaca, José Murat, quien explicó alguna vez que las elecciones las gana el partido que el día de los comicios tenga la mayor capacidad de movilización.
A ver sí les alcanza.