El Plan C del gobierno lopezobradorista para deshacerse del INE o socavarlo lo más que se pueda está en marcha.
Ni siquiera se tiene que esperar a las elecciones del 2024 para concretar la reforma que ayer le fue bateada -para utilizar el lenguaje presidencial- por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Aunque ahora tanto el Presidente como su eco, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, haya ampliado el alcance del Plan C como una forma de venganza en contra de la Corte, el enemigo o los enemigos siguen siendo los organismos autónomos.
Ayer en estas páginas nuestro compañero José Ureña dio cuenta de la orden superior para que, de ninguna manera y pese al apremió de un juez, el Senado cumpla con su deber de designar a un comisionado del Inai, el Instituto que procura transparentar el ejercicio del gasto público.
No solo no le darán el comisionado que necesita para que sesione legalmente el pleno -se requieren cinco miembros y solo hay cuatro- sino que pretenden matarlo de inanición presupuestal.
Taddei, como era de esperarse, comenzó a nombrar a sus conocidos como funcionarios de primer nivel en el instituto electoral, que suponemos comparten el mismo discurso y visión institucional.
La presidenta del INE no ha decidido aún si renuncia a las prestaciones que tenía su antecesor -seguro médico de gastos mayores, fondo de retiro, auto, chofer, etc.-, pero, presionada por quienes la impulsaron, tendría que hacerlo.
Si Taddei no ha barrido con la herencia de Córdova, cuya labor ha sido reconocida tanto en México como en el extranjero por su defensa de la democracia, es porque no tiene la mayoría de los consejeros electorales.
¿Eso puede cambiar? Probablemente. Pero mientras los consejeros electorales que no fueron designados en la tómbola sigan defendiendo el interés superior del país, habrá un dique para las intenciones presidenciales de tener un organismo electoral a modo.
Ya se verá de qué lado masca la iguana en el INE cuando tengan que atender las impugnaciones, que seguro habrá después de las elecciones en Coahuila y el Estado de México.
De Alejandro Moreno se podrán decir muchas cosas, pero nadie puede negar que ha sido el impulsor más activo de la alianza opositora.
El martes pasado, Moreno recibió del Consejo Político Nacional del tricolor el poder y la responsabilidad de encabezar al PRI hasta pasadas las elecciones del 2024.
Dicho de otra manera, el campechano tendrá mano en la selección de los candidatos del otrora partidazo a los puestos de elección popular que se disputarán el próximo año, entre ellos 9 gubernaturas, 128 senadores, 500 diputados, 1,580 presidentes municipales, 31 Congresos locales y 16 alcaldías en la CDMX.
No será una tarea fácil para Moreno ni para los otros dos presidentes que conforman la alianza.
Muchas de esas candidaturas serán para los políticos mejor posicionados, independientemente del partido; es el caso de los candidatos a diputados federales.
En el caso de los candidatos a gobernadores, se privilegiará al partido, es decir, el PRI no le va a disputar al PAN la candidatura a Guanajuato ni a Yucatán ni Veracruz, y el blanquiazul no le disputará al tricolor la candidatura a Morelos.
Moreno no tiene la cobija completa para repartir a todos los priistas, por eso la selección de los candidatos tricolores debe ser quirúrgica.