El reconocido chef español Albert Adrià está en uno de sus mejores momentos, el más creativo de su carrera, que si bien lo mantiene lejos de la repostería le ha permitido reencontrarse con la pasión por la alta gastronomía.
La gastronomía, un negocio en el que hay que ser honesto: Albert Adrià
Luego de la crisis que vivieron los cocineros por el cierre total de los restaurantes a causa de la pandemia de coronavirus, Albert Adrià se topó con la fuerte necesidad de reinventarse para poder reabrir “Enigma”, un restaurante que ya recuperó su estrella Michelín y que rápidamente se coló en la lista de los mejores 100 restaurantes del mundo, una lista selecta donde sólo hay 4 restaurantes españoles.
Entrevistado en exclusiva para Infoqroo, durante una pequeña pausa que hizo antes de entrar a la cocina para preparar unas de las cenas de gala del Festival Gastronómico de Xcaret, sostuvo que su viaje a México es una oportunidad de recordar al mundo que está vivo y que tiene un producto que vender que se llama Enigma.
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“Eso te obliga a viajar, así es cómo funciona el juego, lo he hecho durante 35 años. Es algo que sabía que conllevaba, tienes que decirle al mundo, señores, tengo un producto que se llama Enigma, estamos trabajando duro y queremos que ustedes nos conozcan”, añadió.
Catalogado como uno de los chefs más influyentes en el mundo de la gastronomía, expresó que los números hay que dejárselos a la gente que sabe, pues “¡yo soy cocinero!”.
Albert Adrià, catalogado como uno de los mejores chefs reposteros del mundo, habló también sobre el negocio de la gastronomía, donde hay que saber manejar las cosas y conocer día a día el precio de todos los insumos.
En ese sentido, mencionó que muchos cierran porque no saben llevar bien su economía, un restaurante es un negocio, y en su caso admitió que le falta mucho por aprender.
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“Lo que ocurre es que hay una palabra que se llama honestidad, cuando tú eres honesto en este negocio restas ceros de beneficio respecto a otro que no lo es. La alta gastronomía es honesta”, comentó.
“Sabemos todos que los restaurantes de alta gastronomía, en sí no son negocios, pero lo que ocurre es que estos productos se convierten en marcas y éstas sí que lo son”, subrayó.
“Tenemos, por ejemplo, la marca Can Roca, Pujol, entre otras, las cuales hay que preservarlas, pues cuesta muchos años hacerlo”, recalcó.