Christian García Rojas Mac Donald es uno de los cuatro primeros niños nacidos en Cancún en 1973.
Según su madre, se puede decir que fue el primero porque nació en los primeros días de agosto de ese año; luego, a finales del mismo mes nació el otro pequeño y los otros dos, en octubre.
Su alumbramiento fue justo en el campamento, en una casa junto a la ahora iglesia Cristo Rey, que en ese momento no existía.
“Soy de la primera generación nacida acá, de la gente que vino a trabajar el proyecto Cancún, porque ya había gente viviendo en Puerto Juárez, lo que era el acceso a la carretera a Mérida hacia Isla Mujeres, que ya existía desde entonces”.
“Yo viví en una de las primeras supermanzanas que se hicieron en la colonia Centro, la Supermanzana 22, con otras pocas familias cuyos papás también vinieron en aquel entonces a trabajar”, comentó.
“Enfrente de nosotros, en la calle Alcatraces, donde ahora está el Instituto Mexicano del Seguro Social de la Cobá, antes había selva y uno de los espectáculos que todos los chicos queríamos ver era ir a esa esquina a mirar a los monos arañas colgándose de los árboles altos de chicozapote o de guayas, ese era su hábitat”.
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Recuerdos de paz
Contó que los fines de semana iban a las Noches Caribeñas, que se hacían en el Parque de Las Palapas.
“Era muy diferente a lo que es ahora; en ese entonces era sólo una explanada larga y no tenía nada que lo cubriera, las palapas en sí eran kioscos que en el medio y laterales, construidos de paja estilo maya, con negocios, algunas eran de dos pisos y había muchas palmeras”, recordó.
Como uno de los primeros cancunenses es un apasionado de los rincones que le daban paz y calidez, como ciertos parques, avenidas y establecimientos.
“(Recuerdo) cruzar con seis años la avenida Tulum, sin tener miedo de que me pasara algo”.
“Sobre el contraste hemos pugnado por una memoria física de Cancún”, expresó García Rojas.
Consideró que la gente que llega no tiene idea de las bases de cómo se hizo la ciudad realmente, “los rostros de las personas que hicieron posible este desarrollo desde el albañil, hasta el empresario”.
“Porque en la década de los 70, desde el de seguridad, el de la limpieza, el arquitecto o el presidente municipal se sentaban en la misma mesa a comer”.
“Debe hacerse un museo o una placa en el que no estén solo los asociados hoteleros, políticos t empresarios, sino todos”, concluyó.