Una consultora del gobierno federal realiza una investigación en la laguna Nichupté, basada en los seguimientos ambientales de la construcción del puente; uno de ellos es en torno la población de cocodrilos que habitan en ese ecosistema.
Así lo dio a conocer Javier Carballar Osorio, titular del Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales Protegidas de Quintana Roo (Ibanqroo).
“En la actualidad lo que se tiene son tasas de encuentros, densidades relativas, no hay números exactos de un censo de la especie”.
“No sabemos si seguimos teniendo alrededor de un cocodrilo por kilómetro como antes, porque aún no están los resultados”, expresó.
Dijo que la metodología es ir y ver; se hace de manera periódica y repetidamente para ver si el índice aumenta o disminuye.
Mencionó que a este reptil no le afectan las altas temperaturas, excepto si la zona que habita se seca, lo que los lleva a resguardarse en espera de lluvias o que surja cerca de su hábitat algún incendio.
Sin embargo, en el caso de Quintana Roo no se ha detectado ninguno de esos problemas, indicó, aunque en Yucatán sí ha pasado.
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Cocodrilos, como si nada por las obras
Según Gonzalo Merediz Alonso, director ejecutivo de Amigos de Sian Ka’an, la obra del Puente Nichupté no tiene porqué afectar a los cocodrilos.
Lo anterior, una vez que los especímenes no están en los espejos de agua, sino en los márgenes de los manglares y en las lagunas interiores.
En la laguna Nichupté habitan las dos especies existentes en el estado: el cocodrilo de pantano (Crocodylus moreletii) y el de río (Crocodylus acutus), precisó.
El último censo que se hizo en el sitio hace tres años contabilizó 150 especímenes.
En términos generales, los cocodrilos son bastante resistentes, mientras haya agua y comida se adaptan, así que a pesar de las destrucciones que en ocasiones se realizan en las costas, existen colonias sanas.
“Ellos son animales de sangre fría, dependen de la temperatura ambiental, por lo que tienen una serie de comportamientos que les ayudan a regular la temperatura dependiendo del clima”.
“En días muy calurosos tienden a meterse al agua y en días fríos se asolean o buscan sombras, el problema sería si hubiera una sequía y que por varios días no tuvieran acceso al agua”, describió.
El experto en cocodrilos comentó que los machos y hembras adultas tienden a ser territoriales y se mantienen en una zona; en cambio los ejemplares jóvenes tienden a emigrar más.
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Convivencia con seres humanos
La convivencia entre seres humanos y estos seres a veces se complica, como en el caso de la Zona Hotelera.
Ahí, la mayor población de la especie se concentra cerca de los restaurantes, en la que además de los residuos de comida que caen al agua, la gente les da de comer. Hay quien respeta y quien no, ya que es un error alimentar a los animales silvestres.
Merediz Alonso consideró que la población de cocodrilos en la laguna de Nichupté es sana, adecuada, se tiene la percepción de que hay más cocodrilos; sin embargo, lo que está pasando es que cada vez estamos colonizando más espacios que son su hábitat, por lo que ocurren más encuentros.
Lo importante es saber convivir, saber que son animales salvajes y que hay que tenerles respeto, aunque las especies que hay en la entidad no son especies que de manera natural quieran atacar al ser humano, no somos parte de su dieta.
Si se encuentran con uno a su paso deben dejarlo que siga su camino, no aventarles piedras o palos para que se muevan, no acercarse, mantener una distancia prudente, advirtió.