Mi nombre es Eugenio Andrade Schulz, me gusta que me digan Eugenio, no soy mucho de diminutivos.
De Cancún a la Ciudad de México: un híbrido caribeño
Crecí en Cancún y pasé los llamados años formativos en esta ciudad, desarrollando la personalidad propia del Caribe. Ahora que resido en la Ciudad de México, no me siento ni de aquí ni de allá; me percibo de ambos lugares al mismo tiempo. Cuando estoy en Cancún, algo de mí extraña Ciudad de México, y cuando estoy en Ciudad de México, algo de mí extraña Cancún. Soy un híbrido.
Un cambio familiar y el descubrimiento de un nuevo hogar
Mi familia buscaba un cambio. Ya teníamos una tía que vivía aquí, y en vacaciones la veníamos a visitar. Poco a poco, mis padres lo vieron como una opción. La Ciudad de México ya les parecía demasiado y decidieron cambiar de residencia.
La magia del caribe: Otoño y playas perfectas
Ya asentados, pudimos descubrir cosas maravillosas como el otoño en esta zona, que siento es la época perfecta, con el clima perfecto. Me fascina el ecosistema. Siento que es de las playas –sino la playa– más bonitas de la República. Nada se compara al mar Caribe: desde su color hasta su arena y su clima, todo te invita a estar en él y disfrutarlo. Me gusta que todo mundo trae consigo una cierta esperanza. Quien llega aquí, llega esperando algo, con una iniciativa de cambio, un deseo de algo nuevo.
Excesos y superficialidad: El lado oscuro de Cancún
Pero también muchos vienen al exceso. En todos los sentidos: de fiesta, alcohol, incluso de descanso, lo cual choca un poco con todo lo que la ciudad tiene por ofrecer. Alguna vez escuché que Cancún significa ‘nido de serpientes’, y le hace justicia al nombre en cuanto a que la sociedad, muchas veces la percibo como muy desechable, superficial. Es algo que se observa incluso en los negocios. Abre un restaurante, en el que aparentemente todo está bien, pero es por encimita. Así que le va bien dos, tres meses, y ya, desapareció, dejó de estar de moda.
La Falta de cultura en una ciudad joven
A la ciudad le hace falta cultura, algo normal en parte por ser nueva, en la que todo es reciente. Todo es muy desechable, a otra cosa, el que sigue y el que sigue. Al ser un lugar de paso, la gente no permanece más allá de un par de meses, y ya, se fue. A la vez, siento que es algo que viene de la misma naturaleza del mar. Llega y se lo lleva, y se repite todo el tiempo. Chance por eso yo voy y vengo, no sé.
Pasión por el arte: Desde la joyería a la fotografía
Me gusta mucho ir a la playa, pero después de permanecer sentado dos horas en la arena, llega un momento en el que necesito hacer algo. Moverme. Caminar es un deleite. Disfruto dibujar, escribir. Siempre he sido muy bueno y disfruto de hacer cosas con las manos. Hubo un tiempo en el que hacía joyería. Me gusta mucho fabricar cosas, pegarlas, experimentar con texturas, elementos, metales, cadenas, plumas, de todo. Así fue como empecé a hacer fotografía, que es en lo que me desenvuelvo más hoy en día. Partí por hacerle fotos a mis piezas y de ahí fue mutando mi atención hacia la cámara. Que también me gusta y no va peleado con este proceso manual, porque todo lo que hago trato de hacerlo muy manual y didáctico. Me gusta imprimir, agarrar, quemar, ponerle una estampa, quitarla, colorear.
Una Mirada Observadora: La Fotografía como Reflexión Personal
Siempre he sido muy observador, lo cual viene de la mano con la fotografía. Llego a una situación y me es fácil comprender todo lo que está sucediendo. Veo a las personas y comprendo lo que pasa con cada una de ellas, quién ya vomitó, quién está en esto, en lo otro. Pero todo eso lo hago para así poder estar yo, darme esa comprensión también a mí mismo.
La Conexión con el agua: Nadar y sentirse libre
Siempre he sido muy acuático, desde mi modo de pensar a la forma en la que fluyo, me relaciono mucho con el agua. Antes de llegar aquí iba a clases de natación y noté que se me facilitó el movimiento que el agua significa. Ya estando aquí, en mis primeros años me llamó mucho la atención cómo todos los planes involucraban al agua: desde el cumpleaños de la vecina que era en la alberca, hasta ir a la playa o algún otro lugar, el líquido vital estaba siempre presente. Me siento muy libre cuando estoy en ella. Sé que suena ridículo, pero me siento parte del agua.
Me gusta nadar, me gusta estar en una alberca, me encanta estar en el mar, meterme, secarme con el sol, broncearme. Disfruto estar en contacto con los elementos que te da Cancún. Me gusta mucho la arena, a pesar de que es un tanto estorbosa.
Cancún: Un lugar difícil para caminar
Cancún es un lugar difícil para caminar, a pesar de que lo haces, siento que no es una ciudad amigable para el peatón. Además, también pasas 40 minutos en la calle y ya te estás cocinando. Tomando eso en cuenta, donde más me gusta ir a caminar y procuro hacerlo es en la playa. Voy a Playa Delfines, la del Mirador, y la camino toda hasta Plaza Forum. Es una muy buena caminata, pero también, como lo haces en traje de baño, si el sol te quema, dejas tus cosas un momento y entras al mar. Agarras energía y retomas. Reconozco que es un largo trecho, pero si vas temprano, no te toca tanto sol, te mentalizas y lo disfrutas.