El rapero cancunense LNG/SHT dio una muestra más de lo que es ser profeta en su propia tierra. Un show que estaba originalmente programado para el 5 de julio, fecha en la que justo pegó en tierras mexicanas el ciclón Beryl. Afortunadamente no fueron muchos los destrozos causados en la ciudad y una semana después, el espectáculo se pudo celebrar en Mora Mora, como estaba anunciado. Hay gente que se quejó porque no le parece el lugar más adecuado, pero para Gastón Espinosa, alias LNG/SHT, este lugar es su casa, y la casa se respeta…

Son las 10:54 pm y ya no hay chelas en la barra. Se ve que ha estado bueno, que le demos 10 minutos a la chica cordobesa detrás de la mesa Lifetime; volteo a mi derecha y ya hay guacareados. Saludo a Eugenio que acaba de llegar. Es mejor poner atención al escenario y escuchamos el discurso del vocalista de una de las bandas abridoras.

“A la mierda los jipis y máximo respeto a quien quiere transformar esta sociedad”. Aunque sea notificando de una demanda en pleno escenario, apunto yo, ya habrá tiempo para explicaciones. Seguro nos veremos luego todos en Tulum.

Hay mucha gente entre el respetable, así que se hace una sugerencia no directa: Súbanse a las escaleras para que no estén tan apretados. Acto seguido cada peldaño está repleto.

Se da el anuncio de que el tercer disco de los Hipogrifos será cancunense, obra del todopoderoso Gastón Espinosa, que representa el acto estelar de esta noche, pero todavía falta para eso. Si calientas el agua prepara el café. 

Ahora toca el turno de Max Chinasky: alta calidad, rap de bajo presupuesto.

Pasada la medianoche y ahora sí LNG/SHT (léase Longshot) sube a tirar sus rimas y se escuchan múltiples hígados palpitando. De entrada declara que mientas su madre viva, nunca más irá a misa. Todos somos un conjunto de traumas y para qué ir al urólogo, si nos confirmará lo que en el fondo ya sabemos.

Acá nadie se duerme en sus laureles, tenemos hamacas y aunque pase un huracán, el show llegó, como nos juró que lo haría. 

Nos cuenta que su compadre, el dueño del recinto de cocina urbana y arte, le afirmó que Siddhartha alguna vez metió a 400 personas en el lugar. ¿Por qué si su música es tan genérica? Quizá por eso mismo, me respondo, pero en cambio lo que a él le da a entender, es que los aficionados a sus ritmos y letras son simplemente más gordos, porque vendieron algo más de 300 entradas y al lugar no le cabe un alma más.

La mejor ciudad del mundo la hemos encontrado; del DF le agrada: nada. A mí sí, de ahí vengo, pero no sólo por eso. Es complicado. Confiesa que habla mucho entre canciones, pero por mí está bien, yo escribo mucho entre conciertos.

Dice que si algún día vuelve (ya que esta se supone es la despedida), espera que sea con seis fechas en este lugar de la Palenque. Ojalá que sí, pero del corazón al tintero… Galaxia cero.

Al día siguiente amanezco sobrio y confundido, no se puso doña Guille: Carajo. Quizá hoy no salga de casa. Pienso en mi chamba en la bronca y de asesinos cereales mientras desayuno y reflexiono sobre lo que me quedo de la mejor aportación de un rapero a la cultura milenial y ya, es todo. Lo que digan los demás son sólo opiniones y puntos de vista. Para ser un buen adulto, primero hay que ser un mal joven. Acuérdate que el mundo real, niño, es mucho más duro.

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