Los algoritmos se encuentran en todas partes. Desde una simple operación de una transferencia bancaria; las compras que se hacen en Amazon; las rentas vacacionales; la elección de la música o hasta lo que se elige para estar al día en la información. Las industrias se han adaptado a la nueva biblia tecnológica comandada por el algoritmo, unas más rápido que otras, y hay las que se han rezagado en este proceso totalmente disruptivo, entre ellas las otrora poderosas empresas mediáticas.

Los sitios de noticias que han entendido el nuevo ecosistema digital, incluyen en sus equipos no sólo especialistas en redacción Search Engine Optimization (SEO), sino a personal diestro en sistemas, que entiende la forma en que se debe adaptar desde el código de programación la Santa Biblia del SEO. De hecho, una redacción de medio tradicional o digital, grande, mediana o pequeña, debe contar en su organigrama con un programador, como requisito mínimo para estar en la competencia por alcanzar un acariciado lugar de forma orgánica en el directorio de búsquedas de Google.

Para nadie en la industria de medios resulta extraño que todas las redacciones digitales de hoy trabajen para lograr un óptimo posicionamiento en el buscador más importante del mundo: Google.

Desde su surgimiento en 1998, el gigante tecnológico le arrebató al primer buscador que tuvo Internet, Altavista, su lugar como el pionero y con el tiempo, diversificó el negocio, siendo la tecnología de motores de búsqueda uno de sus segmentos más importantes y prácticamente ordenó el negocio a través de sus potentes directorios que hoy comercializa a través de Google Ads.

En 26 años, Google ha modificado el algoritmo de su buscador, privilegiando el contenido original y relevante, pero no ha podido frenar el plagio, que hoy se disfraza bajo la curaduría de contenido. Los sitios de noticias pequeños y medianos, que hacen periodismo con un esfuerzo titánico, se ven rebasados por el algoritmo, que aún no sabe distinguir cuál contenido no sólo es relevante en sus propios términos, sino original.

Sitios como Infobae, que destinan una inversión importante pero mínima, comparada con otros medios de información, contratan editores que se encargan de “peinar” Internet, tomando información de diferentes sitios de una misma noticia, para editarla como nueva, sin la inversión de reporteros que producen el contenido. Aparece rápidamente en el primer lugar del directorio de búsquedas de Google, incluso por encima de las noticias originales de las que copiaron la información.

El concepto curación de contenidos se atribuye a Rohit Bhargava, quien lo mencionó por primera vez en su texto “Manifesto for the Content Curator: The Next Big Social Media Job of the Future?”, de 2009. Este autor planteó que los curadores de contenido encuentran, organizan y comparten en forma continua contenido de interés sobre un tema específico. Su trabajo no es generar nada nuevo, sino darle sentido al que otros crean. Google parece estar de acuerdo, aunque eso anule a los contenidos originales.

A través de Google News Initiative, la empresa ha querido reconciliarse con los periodistas, sobre todo los independientes, ofreciendo herramientas, capacitaciones y contenido que diseña en colaboración con expertos de la industria, académicos y organizaciones de noticias. Pero pese a este esfuerzo, el algoritmo sigue su curso, sin que hasta el momento ofrezca una solución al problema de los contenidos de noticias 100 por ciento originales, para que aparezcan en primer término en los directorios de su buscador.

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