El menor de los riesgos a mediano plazo para el obradorismo es la oposición, ya que está desarticulada y sin poder estructurar un proyecto; el mayor problema es y será interno.

La avasalladora mayoría ganada en las urnas por los partidos Morena, Verde y PT, le otorgan a la 4T el poder de reformar la Constitución y eso es lo que va a suceder; es lo que ofrecieron en campaña y lo van a realizar en caliente; en la primera quincena de septiembre, aún con Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia, pero sin López Obrador, las cosas serán diferentes.

La 4T es un conglomerado muy diverso y lleno de basura de la corrupción del viejo régimen. 

El Verde, por ejemplo, es un partido anti 4T natural; sobre cotizado electoralmente cual rémora del obradorismo, como antes lo fue del PRI y del PAN. La mayoría de sus dirigentes y representantes no practican los principios obradoristas. El Verde es el primero de los tres partidos de la 4T que saltará del barco en cuanto se empiece a hundir, e incluso va a contribuir a ello; está en su ADN político.

Otro riesgo interno son los egos y ambiciones personales de sus propios dirigentes, entre ellos Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, principalmente, quienes desde ahora están pensando en la sucesión de 2030; ya sin la figura dominante de AMLO, todo pinta a que se irán por la libre y el Verde se podría ir con alguno de ellos.

Los frentes que deja AMLO mantendrán amalgamado al movimiento al menos por algunos meses, como son las reformas constitucionales, en especial la del Poder Judicial y la política-electoral, que tiene que ver con el futuro del INE y el financiamiento a partidos políticos.

Otros frentes son la pausa que dejará con las embajadas de Estados Unidos y Canadá, también cierta tensión con el empresariado afín a la derecha derrotada, además, los mercados nerviosos, un Congreso muy estridente y la misma ausencia de López Obrador.

Sin embargo, el menor de los riesgos para el movimiento 4T es la oposición, ya que sigue sin estructurar un proyecto ideológico y de acción política que le dé sentido; su discurso es oposición a todo y por tanto sólo reacciona ante la agenda que le impone el obradorismo.

Otro factor será la brecha que existe entre la 4T nacional y la 4T en los estados, en donde ninguno de los gobernadores y gobernadoras cuatroteístas han marcado la diferencia. En casi todos los temas, los discursos y los hechos no coinciden en los estados, en donde predominan las prácticas políticas del viejo régimen y los avances casi no se ven.

La designación mediante el dedazo de la nueva dirigente de Morena, Luisa María Alcalde, es otro factor que contribuirá al desencanto de algunos sectores de la militancia, aún en el entendido de que es una fundadora, pero el método utilizado no es democrático y no abona a la vida interna de un partido que nació en 2014 y en 2018 llegó al poder presidencial.

Así las cosas, la ausencia del Mesías será el principio de una cuenta regresiva para el debilitamiento de un movimiento que ha avanzado como un gigante con pies de barro, que en cualquier momento puede colapsar no por factores externos, sino por los intereses personalistas y grupales de sus propios pilares. Al tiempo, y usted tiene la última palabra.

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