El niño terrible de Bucareli fue el mote que se ganó por su incesante y precoz labor el periodista Luis Spota. A la pequeña edad de 14 años ya hacía entrevistas y tomaba fotografías para Excélsior. Además de ser comisionado de boxeo y colaborar para distintos medios de su época, muestra de ello es su columna “24 Horas” en el periódico Novedades, quien fuera hijo de un inmigrante italiano se dio tiempo para escribir alrededor de 30 libros y colgar los guantes definitivamente a los 59 años víctima de un cáncer de páncreas.

Sus novelas fueron verdaderos bestsellers en su época, no había quién no supiera de él por las múltiples facetas en las que cultivaba sus intereses. También incursionó como guionista y sobre la marcha se convirtió en director de algunos filmes. Hizo de todo antes de saber que tenía los días contados.

Con el paso de los años sus obras fueron perdiendo lugar en las estanterías. Lo de antes cedió su lugar a lo más reciente. El primer día que supe de su obra fue cuando mi papá me comentó que su novela Casi el paraíso le había gustado y querría releerla. Intrigado, me decidí a buscarla y fracasé al ver que no había reediciones de la misma.

Les estoy hablando de algo que ocurrió hace una década atrás. No era yo muy afecto a las compras en línea, ni lo soy hoy en día, sería hipócrita de mi parte no admitirlo, pero norteado y todo decidí probar suerte en un sitio de origen argentino y de la noche al día siguiente me encontraba concertando una cita para adquirir el ejemplar que regalaría a mi progenitor.

Donde el círculo termina

Gracias al estreno en esta semana de una adaptación cinematográfica traída al siglo XXI de la novela spotiana, vuelven a haber múltiples ejemplares cuasiparadisiacos en las librerías del país. Bendito séptimo arte.

En esta obra, el nacido hace 99 años en la Ciudad de México, traza los pasos de un embaucador italiano que llega a seducir a la crema y nata de la sociedad mexicana de mediados del siglo pasado. No puedo hablar de mucho más de ella porque no la he leído, la que sí me aventé fue su secuela Paraíso 25, que disfruté mucho a pesar de su lenguaje ya un tanto desfasado, pero por la que me enteré con sumo detalle de los tejemanejes para la creación de Perisur, el primer centro comercial de su tipo en México.

Spota buscó en sus novelas hacer un retrato de la sociedad de su época. Con los pelos de la burra en la mano, a veces sólo cambiaba los nombres propios y narraba las cosas tal cuál habían sucedido, o como él se había enterado del asunto.

Casi el paraíso se titula la película homónima que dirige Edgar San Juan, quien pasó por muchos oficios tal y como don Luis, le tocó chalanear y ahora se consuma como cineasta. No he podido ver más que los avances, pero algo me hace intuir que valdrá la pena ir a la plaza a verla. Todos tenemos nuestro derecho a la vida y hacer de nuestro tiempo libre lo que nos venga en gana, al final, más cornadas da el hambre y nadie muere dos veces.

No les digo con el dedo en el gatillo que la vean, esas serían palabras mayores, pero sí instaría a darle una chance. Al cabo que la última carcajada la tiene el gato.

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