El Hanal Pixán, conocido como la “comida de las ánimas”, es una de las festividades más importantes de la cultura maya. Don Bonifacio Kauil Chi, un rezador maya de 63 años, cuenta cómo esta celebración comienza desde el 31 de octubre y se extiende hasta el 2 de noviembre, periodo en el que las almas regresan al mundo terrenal.
Preparativos para el Hanal Pixán
En octubre, las comunidades como Sabán y Huay-Max, en Quintana Roo, se preparan con devoción para recibir las almas de sus seres queridos fallecidos, siguiendo tradiciones transmitidas a través de generaciones.
En estas comunidades, la llegada de Hanal Pixán implica semanas de preparación. Se recolecta maíz para el nixtamal, se acumula leña y se limpia minuciosamente el hogar, evitando dejar ropa o utensilios sucios.
La primera jornada se dedica a los niños fallecidos en el “hanal palal”, el segundo día a los adultos en el “hanal nucuch uinicoob“, y el último día a todos los santos, conocido como “hanal pixanoob“, donde se realiza una misa en honor a las ánimas.
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Don Bonifacio: Compromiso y devoción
Don Bonifacio, heredero de esta tradición de su abuelo, dedica largas jornadas para cumplir con los rezos en cada hogar que lo solicita.
“Como rezador, los dueños de las casas me buscan. El rezo dura una hora frente al altar, y después compartimos pan, chocolate y dulces”.
Los altares se adornan con flores y velas de colores que representan la vida y la muerte: rojas, amarillas y blancas para los niños el 31 de octubre, y negras para los adultos el 1 de noviembre.
Durante esos días, Bonifacio realiza hasta 15 rezos diarios, y en ocasiones llega a 25, demostrando el compromiso y la devoción de los rezadores hacia la comunidad.
La importancia del relleno negro y la visita al camposanto
El tradicional platillo conocido como relleno negro es un elemento infaltable en la celebración. Se comparte con todos los visitantes que acuden a los rezos y sirve como símbolo de unión entre la comunidad.
El 2 de noviembre, el último día de la celebración, las familias se dirigen al cementerio para encender veladoras y llevar flores a sus seres queridos.
Don Bonifacio recuerda que en años pasados muchas familias criaban animales y cultivaban alimentos para esta fecha, aunque hoy en día es común comprar los ingredientes en lugar de producirlos en casa.
Un vínculo entre vivos y muertos
Aunque algunos piensan que los rezos han perdido su significado, Bonifacio defiende la importancia de esta práctica:
“Esto no es cierto; es una práctica arraigada desde hace siglos, un vínculo de celebración entre los vivos y los muertos que no debemos olvidar”.
Para la comunidad maya, el Hanal Pixán es mucho más que una tradición; es un momento para fortalecer los lazos entre generaciones, honrar a los antepasados y reafirmar la identidad cultural.