Las mejores ideas muchas veces salen de los lugares más inesperados. Un día Sir Hugh Beaver, ejecutivo de la cervecera Guinness y aficionado a la caza, debatía con sus compañeros sobre cuál sería el pájaro de caza más rápido de Europa, si el chorlito dorado o el urogallo. Como buenos hombres, no llegaron a nada y siguieron brindando.
Producto de esa y de seguramente muchas otras discusiones más, fue que surgió el proyecto de realizar una publicación, la cual zanjara todos estos debates trascendentales e irrelevantes. Una prueba más de que la frontera entre locura y genialidad no existe, todo depende del cristal con que se mire.
El libro de Récords Guinness es una obra que se publica periódicamente desde mediados del siglo XX, y hasta nuestros días es uno de los más robados de las bibliotecas.
Como no tengo un ejemplar a la mano y no sé dónde habrán quedado los que algún día tuve de los años 2002 y 2001, no les puedo aseverar, pero probablemente en alguna edición podríamos encontrar la respuesta a cuál es el árbol más grande del mundo.
Si bien nunca lo imaginé, aunque tampoco me lo había preguntado, el Árbol del Tule, en el estado de Oaxaca, no es el más alto pero sí es el que tiene el tronco más grande del mundo. Algo es algo.
El emblemático ahuehuete, de la familia de los cipreses, es un atractivo turístico localizado apenas a unos minutos de la ciudad capital de aquella entidad federativa. Al llegar a Santa María del Tule, un niño guía te espera con señalizador en mano para mostrarte las peculiares figuras que se forman en él, porque hacer una visita al lugar sin un guía es como ir al cine y no comer palomitas. Así, pudimos apreciar al elefante, la cabeza del león y, por supuesto, las nalgas de Niurka.
Nuestra raíces
El ahuehuete es el árbol nacional de México, por algo uno de ellos le sirvió de consuelo al conquistador en la Noche ¿Triste? para que después se repusiera y llegara a terminar sus días como primer Marqués del Valle de Oaxaca.
Ahora un vaso de agua.
Nuestro país tiene de los promedios de edad más elevados en cuanto a abandono del hogar materno/paterno se trata, éste supera los 30 años. Si bien la madurez se puede alcanzar cuando te cuelgas lo suficiente del árbol genealógico, debe ser lo justo, no sea que se pudra el fruto, o peor, que termine repleto de gusanos.
Hace unas semanas, un sabio amigo me decía que es un acto de madurez saber elegir cómo disponer de tu tiempo y emplearlo en las cosas que verdaderamente importan. Porque a veces tendrás el poder, pero no la energía.
A mí todavía no me cae el 40, pero en esas ando.
A los 20 estuve listo para viajar a la tierra donde nacieron mis papás, y años después, al conocer la Verde Antequera, me sorprendió una persona al decir: “Mucha gente viene aquí a buscar sus raíces, yo les digo que no escarben tanto porque luego nos dejan muchos hoyos, no se nos vaya a caer el árbol”.
Pienso en los mexicoamericanos que nos acompañaban y no hablaban ni una pizca de español, o de aquellos que se quieren hacer ricos revendiendo artesanías. No los critico, en cierto modo los admiro, qué bien que tengan los papeles verdes y blancos para cumplir con sus anhelos.
Ahora que soy más viejo y tengo los recursos, me causa conflicto tirarle esquina a los míos, ¿eso qué dirá de mí?
No lo sé, trato de no juzgarme y en cambio comprenderme, resolviendo uno a uno mis 99 problemas.