El trabajo os hará libres. Il lavoro nobilita l’uomo. O ser un experto en un campo que se agota.

En mis años universitarios ansiaba constantemente tener algún momento (perdón de antemano) para ponerme a investigar y leer todo cuanto me llamaba la atención en clase. Cada que nos dejaban alguna lectura que me cautivaba, irremediablemente era invadido por el deseo de seguir leyendo y ampliar mis conocimientos, simplemente porque sí, por el placer de descubrir. Si la muestra que nos daba el maestro era ya excelente, ¿qué habría antes o después?

Quería explorar más allá, pero no había tiempo. Había que pasar a otro tema; ya habría un espacio para hacerlo, tal vez en las vacaciones. Sólo para que estas llegaran y después darte cuenta que el momento es siempre esquivo y nunca el propicio. Que las oportunidades no vuelven y quizá el timing existe.

O no.

En mi caso, cada que podía, me metía a una biblioteca y aprovechaba para leer lo que se me antojase. Entre descubrimientos interesantes y muchas cabeceadas fui conociendo mis gustos y sufriendo por la absoluta inmediatez de la vida.

Hubo muchos libros y autores que me defraudaron. Así como en el mundo musical hay quien produce “one hit wonders”, en el literario hay quien sólo tiene una buena reflexión y con ello justifica un libro entero y lo demás es pura paja, quizá porque de ese mismo material (y no de maíz) estén hechos.

Por mi parte no hablaría de desperdicio, aunque los réditos hayan sido exiguos. A veces la cosa es hacerlo por hacerlo, como dicta el creador de “el método”, Stanislavski: El trabajo se premia a sí mismo.

Estudiar y trabajar

Al terminar mi carrera universitaria, no sabía a qué dedicarme. Pasaron los años, probé dar clases y otros menesteres hasta que buscando un hueso me terminaron lanzando uno hace no mucho. Perfecto, me dije, de aquí soy, amarro mi beca y de aquí pa’ el real. Pero no, tal no sería el camino.

En aquel trabajo burocrático/insulso/(in)necesario comprendí que lo mío es leer. Encontrar detalles. Como Roberto Bolaño, disfruto más leyendo que haciendo esto. Así me imaginé un día trabajando como lector profesional, por el amor al arte, y de pronto lo conseguí. En cosa de 30 años me convertí en editor.

No fue puro azar, porque como decía Pasteur, este favorece sólo a las mentes preparadas y el destino quiere grandes a sus hijos o el que nace pa’ tamal…

Del cielo le caen las hojas

La semana pasada, por encargo, estuve leyendo sobre la inutilidad de las filas y la tecnología empleada para evitarlas, cuando al día siguiente a la srita. Algarroba le tocó hacer una. Qué hacer en esos momentos: leer, conversar, observar(se). Siempre hay algo, ella decidió terminar con Los peligros de fumar en la cama y le gustaron todas las historias excepto una, la más larga.

La china en cambio decidió hacer amigas, no consiguió completar su trámite, pero siempre hay más tiempo que vida.

Hay una época del año en la que toca reflexionar, es inevitable. Creo que me está llegando. Quizá mi yo del futuro me odiaría pero ahí radica el arte de la vida.

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