La importancia de las cabañuelas en la cultura maya
José Moisés Gaspar Maglah Canul, cronista vitalicio de Kantunilkín, en el municipio de Lázaro Cárdenas, destaca la relevancia del Xoc K’iin (contar el sol, en maya), un método ancestral que permitía a los mayas predecir el clima y planificar su agricultura. Sin embargo, esta tradición milenaria se encuentra en peligro de desaparecer.
En la época prehispánica, el Xoc K’iin era una herramienta fundamental para anticipar las temporadas de sequía y lluvias. Su precisión ayudaba a los agricultores a determinar el mejor momento para sembrar y cosechar, asegurando la supervivencia de sus comunidades.
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¿Cómo funciona el Xoc K’iin?
El Xoc K’iin inicia el 1 de enero y se extiende durante todo el mes para predecir el clima del año. Se divide en cuatro fases:
- Táats’ xook (cuenta corrida): Los primeros 12 días representan cada mes del año.
- U wala’ paach xook (vuelta en retroceso): Del 13 al 24, se cuentan los meses en orden inverso para confirmar o corregir la predicción.
- Ka’amáal táats’ xoo (segunda cuenta corrida en par): Del 25 al 30, cada día equivale a dos meses.
- U P’iik Ja’ab (propina del año): El 31 de enero, cada hora representa un mes, completando el ciclo de predicción.
Quienes practican este método registran detalladamente las condiciones del clima en una bitácora, observando el cielo, la temperatura y el viento. Gracias a este conocimiento, los agricultores pueden determinar el mejor momento para quemar la milpa en abril, sembrar el maíz en junio y cosechar en agosto y septiembre.
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El valor de preservar las tradiciones
Gaspar Maglah enfatiza que los abuelos mayas tenían un conocimiento profundo de estos ciclos naturales. Durante las sequías, utilizaban el "tiki muk", una técnica de siembra en seco basada en la certeza de lluvias futuras.
Además del Xoc K’iin, otras creencias ligadas a la naturaleza han sido clave en la vida cotidiana. Por ejemplo, la madera cortada en luna llena es más resistente, mientras que la cortada en luna menguante es más vulnerable a insectos como el comején.
A pesar de la pérdida de estas prácticas, aún hay señales naturales que pueden predecir el clima, como el comportamiento de las hormigas que trasladan sus crías antes de la lluvia. Recuperar estos conocimientos no solo fortalece la conexión con la naturaleza, sino que también es esencial para conservar la identidad cultural de la región.