La reforma política que presentará la 4T ante el Congreso de la Unión nació mocha; no se va a incluir la reducción de las diputaciones y senadurías plurinominales, lo cual significaría un harakiri para los propios partidos políticos; todos necesitan las posiciones pluris para tener en la Cámara a personas incondicionales, que por sí mismos no ganarían una elección.

Se limitará a terminar con la reelección en diputaciones federales y locales, senadurías y presidencias municipales y a tratar de prohibir que los puestos de elección popular los hereden a sus familiares cercanos los titulares salientes, sobre todo en presidencias municipales y gubernaturas. Lo que llaman nepotismo, pero su aplicación será hasta después de 2027.

Así, será una reforma electoral descafeinada. 

El refrendo del registro

En este contexto vale la pena insistir en la propuesta que en este espacio hemos realizado algunas veces, que consiste en establecer en la nueva ley de partidos políticos, el refrendo del registro.

En qué consiste: Así como todo se refrenda, desde las licencias de conducir, los prediales, todo tipo de permisos y concesiones, igualmente, los partidos políticos deben refrendar sus registros, compitiendo solos, sin alianzas, para conocer su peso electoral real, sin la “ordeña” de votos al partido con el que se alían.

Pero como la reforma política está bajo control de estos organismos políticos y la apertura a consulta es meramente protocolaria, no van a incluir cambios que atenten contra el poder de la partidocracia, que frena los pocos avances democráticos y se quedan cortos ante la exigencia de apertura de la ciudadanía.

Competir solos cada tercera elección

La propuesta consiste en que cada tercera o cuarta elección, todos los partidos políticos deberán competir solos, sin ir en coalición, para refrendar su registro.

Una vez en las Cámaras de diputados o senadores, entonces sí, establecer las coaliciones, pero hasta después de que cada partido llegue con su propia fuerza política.

Esto evitaría el cáncer, por ejemplo, del Partido Verde, que desde su nacimiento en 1986, siempre ha competido en alianza, ordeñando votos al partido en el poder, porque siempre está a la sombra de éste: primero con el PRI, luego con el PAN y ahora con Morena.

Los verdes viven del trasvase de votos tricolores, después azules y ahora guindas a sus candidatos. Por eso es el campeón de la sobre representación.

Si el Verde fuera solo a la elección, no alcanzaría el tres por ciento mínimo para conservar su registro en más de dos tercios de las entidades federativas, y lo perdería en poco tiempo.

Como ya hemos ilustrado, de los 57 diputados federales actuales, sólo cuatro ganaron la elección con votos verdes; 54 diputaciones federales las obtuvieron con votos guindas, tanto los de mayoría como los plurinominales.

El Partido del Trabajo igualmente perdería su registro, como ya lo perdió dos veces y logró recuperarlo por la vía legaloide. En Quintana Roo, las tres diputaciones que ganó fueron con votos guindas en 85-90 por ciento y sólo 10-15 por ciento de los votos fueron del PT. Es decir, no alcanzaría ni el registro, pero tiene tres diputaciones, con una votación de apenas 3.7 por ciento, gracias a los votos de Morena.

Lo mismo para las presidencias municipales que tienen estos partidos, como son los casos de Nivardo Mena Villanueva de Lázaro Cárdenas y Merari Tziu Muñoz de Puerto Morelos.

Algún día, cuando haya una mejor democracia, los partidos políticos tendrán que refrendar sus registros, compitiendo solos en cada tercera o cuarta elección, para dejar de ser rémoras del partido en el poder y ganarse los votos por sí mismos. Pero nuestra democracia no ha alcanzado tal madurez y pasarán muchos años para que así sea. Usted tiene la última palabra.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *