James Joyce es uno de los escritores más reconocidos de la literatura moderna. Autor de las novelas Ulises y Finnegans Wake, se le atribuye ser artífice de un sinfín de innovaciones en el ámbito de las letras que han terminado por repercutir en los escritos de prácticamente todos aquellos que han tomado una pluma después de él, lo hayan o no leído. Así de grande es su impronta.
Si bien por momentos sea un tanto presuntuoso (quizá por eso sea el predilecto de mi padre), y parezca a veces que se jacta de la genialidad de sus errores como dice Juan Villoro en “Yo soy Fontanarrosa”, por algo a estas alturas ya es considerado un clásico. Y a los clásicos hay que conocerlos.
Es Ulises por mucho su trabajo más conocido. En esta novela, inspirada en la Odisea de Homero, seguimos los pasos de su protagonista por las calles de Dublín en un particular día de junio a principios del siglo pasado. Alrededor de mil páginas para narrar una sola jornada.
Tan fuerte es el impacto y conmoción que este texto provoca en sus lectores, que cada 16 de junio, en Irlanda, y en donde quiera que haya fanáticos de la literatura joyceana, se celebra el “Bloomsday” -en honor al protagonista de Ulises, Leopold Bloom-. Los aficionados recrean pasajes de la novela, se visten como sus personajes y comen los platillos que se mencionan en la obra originalmente publicada el 2 de febrero de 1922, justo en un cumpleaños de James Augustine Aloysius Joyce, quien nació en la capital irlandesa en 1882.
Riverrun
A pocos meses de que dejara yo de vivir en el hogar paternal nació mi primo, en el 106 aniversario de que Joyce conociera a su futura esposa. Recuerdo por esas fechas a mi papá mencionar algo respecto a que su nombre debería hacer alusión a la maravillosa coincidencia de que nació en pleno Bloomsday, y si bien Luciano no se llama Leopoldo, al menos su nombre también empieza con “L”, algo es algo.
Si yo, Ricardo, de algo estoy seguro, es que algún día llevaré a quien me aportó el cromosoma Y a Irlanda. Cuando Jaime tenía 60, justamente leyó un libro en el que Vila-Matas narra la experiencia de un sesentón que viaja a la isla de Hibernia a cumplir con esta cita con el destino. Dublinesca se llama aquella novela que después pasó por mis manos, que disfruté y ahora recomiendo.
Un encuentro
En el tercer disco de estudio de los irlandeses Fontaines D.C. (Skinty Fia, 2022) se incluye “Bloomsday”, una canción en la que expresan la molestia que les provoca este acontecimiento anual en su ciudad, con turistas por doquier queriendo hacer lo que nunca nadie más ha hecho, además de lluvia y oscuridad. Cómo no entenderlos.Pero bueno, no a todos nos toca en esta vida ser dublineses, a unos nos queda sólo leer de ellos, e imaginarlos. En un aniversario de nuestro primer encuentro con la señorita Algarroba, acudimos al lugar que nos reunió por primera vez por deseo mutuo. Pedimos un café, por favor, nos sentamos, reímos y posamos para las fotos. Luego tomé Finnegans Wake de la estantería, me carcajeé justo como Burgess caliguló que cualquiera lo haría y terminé comprando un par de libros. Y así, aquel fue…