El movimiento de trabajadores afiliados al ISSSTE que inició este fin de semana, en varios estados del país y en Quintana Roo, mayoritariamente magisterial, en contra de la reforma a la ley de la institución, deja al desnudo que la Reforma Laboral es asignatura pendiente de la 4T.

Fue una de las primeras reformas constitucionales de Andrés Manuel López Obrador, bandera y promesa de campaña, sobre la que generó mucha expectativa. Fue aprobada antes del bloqueo legislativo del PRIAN, porque hasta la oposición compartía la necesidad de dicha reforma.

Sin embargo, la reforma laboral obradorista, hasta la fecha, es letra muerta.

El primer sector de trabajadores que recibió un balde de agua helada, fue el del poderoso Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), al que le tocó “estrenar” dicha reforma constitucional y cuál fue la desilusión, cuando el Estado abandonó a los trabajadores ante la eficaz mafia sindical que nulificó los avances, utilizó todo su poder económico, de coacción, amenaza y represión, para imponerse en elecciones sí secretas, no a mano alzada; sí en urnas, pero no libres; y sí en un ambiente de miedo. Después, se implementó una purga laboral contra trabajadores de las planillas opositoras, quienes habían creído en la reforma y se arriesgaron a participar, pero en su mayoría fueron despedidos.

Ahora toca el turno al sindicato magisterial, el más grande de América Latina con 2.5 millones de agremiados, que incluye a docentes y trabajadores de apoyo a la educación, que se manifiestan ante una reforma, la cual no ha sido explicada a la base y se presta al teléfono descompuesto, porque ni los responsables de la SEP y del ISSSTE, ni diputados y senadores, han realizado su trabajo de socializarla e incluso establecer el “Parlamento Abierto” dada su magnitud. Totalmente sobrados de su mayoría calificada, la reforma de Claudia Sheinbaum transita desnuda, sin que sea arropada por el trabajo institucional y legislativo.

Por eso el magisterio despertó y hoy está en las calles reclamando ser escuchado y atendido; exigiendo que cualquier reforma no puede ser regresiva ni afectar derechos ya ganados.

Las dirigencias del SNTE nacional y la Sección 25, similar en los demás estados, quedaron al margen y rebasadas. Porque siguen siendo dirigentes, no líderes; llegaron al cargo por mecanismos más burocratizados que democratizados, a pesar y en contra de la Reforma Laboral 4T.

Las cosas en el sindicalismo no han vivido una transformación; por eso no pueden subir al segundo piso, mientras no hayan estado en el primer piso de la transformación.

Sutage, Sutage...

En Quintana Roo hay otros casos evidentes de resistencia a la democratización del sindicalismo, porque es más “cómodo” seguir en el pasado. En el Sutage hay un dictador desde los tiempos de Roberto Borge, que fue ratificado por Carlos Joaquín, a pesar de que en campaña prometió democratizarlo; actualmente lo mantienen en el poder y le permitieron imponer a una incondicional como interina mientras se jubila -porque está a punto de hacerlo-, para volver a seguir en el poder, ya que él mismo, Roberto Poot, se impuso como segundo de abordo y suplente.

Lo mismo sucede en el sindicato del Poder Legislativo, donde Sánchez Tajonar “convenció” a la dirigente azul cambiarse al verde, bajo la promesa de hacerla regidora en OPB; no pudo porque ese espacio estaba ya reservado para otro verde con más antigüedad. Como no le pudieron cumplir, le prometió que seguirá al frente del Sutahce, aunque la Constitución general, la local y estatutos, establezcan: “no habrá reelección” e impusieron a Mercedes Rodríguez para una segunda reelección y un tercer periodo. ¿No que nadie por encima de la ley?; ¡pero qué nece(si)dad!

Claudia: 80% de aprobación

Parece que dejan sola a la presidenta Claudia Sheinbaum quien, sin embargo, alcanzó este mes una aprobación nacional de 80 por ciento, -que ni López Obrador había alcanzado-, aún en las encuestas de medios supuestamente opositores, como en este caso El Universal.

Hace falta que los servidores públicos y legisladores vayan al mismo ritmo y en los mismos valores que la Presidenta, en este llamado segundo piso. 

El bono democrático aún es fuerte, pero la aprobación es de quien la trabaja y no de quienes se cuelgan de ella. Usted tiene la última palabra.

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