El próximo 1 de junio, Quintana Roo vivirá una jornada histórica. Por primera vez, las y los ciudadanos tendremos en nuestras manos no sólo la decisión de elegir representantes populares, sino también de participar directamente en la integración del Poder Judicial. Esta elección representa una transformación profunda de nuestra vida democrática y una invitación a asumir, como sociedad, un rol más activo en la defensa de la legalidad y la justicia.

Diez boletas serán entregadas a cada ciudadano. Diez oportunidades para expresar, con libertad y conciencia, el rumbo que deseamos para nuestro país, para nuestro estado… y ahora también, para nuestra justicia. En medio de este proceso, sobresalen tres boletas estatales que merecen especial atención: la elección de jueces, magistrados y miembros del Tribunal de Disciplina Judicial de Quintana Roo.

Hablar de justicia es hablar del equilibrio que sostiene una sociedad democrática. Los tribunales, en su naturaleza más pura, existen para resolver conflictos, proteger derechos y garantizar que nadie, sin importar su poder o condición, esté por encima de la ley. Que el pueblo participe directamente en la conformación de este poder es un paso que exige no sólo compromiso, sino también responsabilidad colectiva.

Sabemos que no será un proceso sencillo. Elegir a quienes habrán de impartir justicia no es una decisión común. La mayoría de las veces estos perfiles han sido seleccionados a través de mecanismos técnicos y especializados. Pero hoy, esta nueva etapa abre la puerta a que la ciudadanía evalúe propuestas, trayectorias y valores. No se trata sólo de votar, sino de comprender a profundidad qué representa cada cargo y cómo impacta nuestra vida cotidiana.

Las autoridades electorales han asumido el reto con profesionalismo. El Instituto Electoral de Quintana Roo, en coordinación con el INE, ha emprendido una labor intensa de difusión y formación cívica. Se han organizado foros, materiales informativos y actividades con jóvenes para sensibilizar sobre la importancia del proceso. Pero más allá de las instituciones, el éxito de esta elección dependerá del interés y la participación activa de la sociedad.

Por ello, este no es un llamado a votar por votar. Es un llamado a informarse, a leer, a preguntar, a involucrarse. Los nombres en las boletas no pueden sernos ajenos. Son mujeres y hombres que podrían resolver conflictos familiares, laborales o civiles. Son futuros garantes de nuestros derechos. Merecen nuestra atención y nuestro juicio ciudadano.

La elección judicial en Quintana Roo no es un experimento ni una casualidad. Es un ejercicio valiente que reconoce la madurez democrática de nuestra gente. Es una oportunidad única para fortalecer la transparencia, la legitimidad institucional y la confianza en el sistema de justicia.

De aquí en adelante, cada paso cuenta. La historia nos mira y, con ella, generaciones futuras que recordarán este momento como el parteaguas en el que la justicia comenzó a escribirse también desde las urnas. Participemos con seriedad. Con compromiso. Con esperanza.

Porque elegir a quienes imparten justicia… también es un acto de justicia.

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