Cada Semana Santa en Iztapalapa, la tradición vibra con fuerza gracias al trabajo silencioso y devoto de Don Ángel Juárez.
Carpintero de oficio y heredero de un legado familiar, es quien se encarga de fabricar la cruz que porta el joven que representa a Cristo durante la tradicional representación del Viacrucis.
Desde pequeño, Don Ángel vivió entre maderas y herramientas en el taller de su padre, donde pasaba las vacaciones observando, aprendiendo y eventualmente ayudando.
Hoy, continúa con la encomienda que su padre le dejó antes de fallecer en 2015: entregar cada año, sin falta, la cruz para el Viernes Santo como un acto de fe y de comunidad.
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Semana Santa: La cruz que une generaciones
Con casi una década a cargo de esta labor, Don Ángel inicia su trabajo en enero con la adquisición de la madera.
Posteriormente, esta pasa por un proceso de secado natural que permite su óptimo manejo en la fabricación.
El trabajo completo dura alrededor de 15 días y concluye con una pieza única y simbólica.
Estas son las características principales de la cruz del Viacrucis:
- Largo total: 6.10 metros
- Extensión de los brazos: 3.60 metros
- Tiempo de elaboración: 15 días
- Entrega simbólica y bendición: antes del Miércoles Santo
- Conservación: permanece en el taller hasta su traslado a la Parroquia de la Asunción
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Un tallado con historia
La cruz ya no es lisa como antaño. Inspirado por la creatividad de su padre, quien trabajó tallados rústicos en Querétaro, la pieza incluye acabados especiales que la hacen destacar como una verdadera obra artesanal.
Para Don Ángel, no se trata de una simple estructura de madera, sino de un símbolo profundo del sacrificio de Cristo.
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Fe hecha madera
La tradición de donar la cruz comenzó hace más de 30 años. Hoy, Don Ángel asegura que, mientras Dios le preste vida, seguirá adelante con esta misión.
La cruz es entregada previamente al joven que representará a Jesús y permanece resguardada hasta el momento de su uso, ya lista con todas sus medidas, descansos y agarraderas.
“Es una parte fundamental porque fue el sacrificio de un hombre que sufrió por nosotros”, dice con emoción. Su compromiso, más allá del trabajo, es un acto de fe.