No pagar impuestos le viene en la sangre. Del ADN de su padre, Hugo Salinas Price, quien hizo quebrar en 1950 su empresa Radiotécnica, S. A., para evitar pagar adeudos fiscales y creó Elektra, que le heredó a su hijo Ricardo.

El caso de Ricardo Salinas Pliego es interesante y está llegando a un punto de definición. Su adeudo al SAT ya suma 74 mil millones de pesos, equivalente a unos tres mil 700 millones de dólares, de una fortuna que asciende a unos cinco mil millones de dólares de acuerdo a las más recientes estimaciones, aunque llegó a acumular unos 11 mil millones de dólares.

Tanto empresarios como ciudadanía de a pie tenemos una tendencia a quejarnos del pago de impuestos, sobre todo porque terminan en las cuentas de políticos y empresarios corruptos que se coluden para saquear las arcas públicas. Enfermedad que padecen políticos de todos los colores partidistas.

Todo ciudadano de a pie o empresario pequeño o mediano es contribuyente cautivo, y pagamos porque pagamos. No así los grandes, como Salinas, que tienen en nómina a verdaderos despachos de abogados fiscales para desplegar estrategias de no pago y/o alargamientos eternos para terminar no pagando, mediante sobornos a funcionarios fiscales, jueces, magistrados y ministros.

Nada nuevo, pero con Salinas Pliego se llegó a un punto definitorio: a) lo obligarán a pagar, b) logrará seguir evadiendo al SAT, c) llegará a un acuerdo para pagar con descuento y cómodas mensualidades, en pagos chiquitos como los de Elektra.

La política como empresa

Ricardo Salinas está en un punto de no retorno. Ya está en fuga hacia adelante. Hacia la política como empresa o la politización empresarial.

Le apuesta a su cercanía, real o ficticia, con Donald Trump, a quien le ha financiado algunas comidas para recaudar fondos. Qué tan cercano es al presidente de Estados Unidos, no se sabe exactamente, pero lo que sí se puede constatar, es que utiliza el mismo tono de lenguaje extremo. Salinas ya está en el proyecto de convertirse en candidato a la Presidencia de México y podría ser presidente en 2030 o en 2036.

Modelo ultraderecha

El modelo a seguir es el de Javier Milei en Argentina, el de Georgia Meloni de Italia, de Volodimir Zelenski de Ucrania y del propio Trump en la Unión Americana, bajo la sombrilla de un repunte de la ultraderecha en diversos países de América y de Europa. A ver si le alcanza en México, porque Milei hizo campaña en una sociedad harta de la corrupción del kirchnerismo-peronismo.

En México no hay tal sentimiento, al contrario, hay una presidenta con una aceptación cercana al 80 por ciento, un Poder Legislativo con mayoría calificada y un nuevo Poder Judicial que ya no alargará más los 17 procesos fiscales que tiene pendientes. 

Podría recibir el apoyo abierto de Trump y generar una campaña explosiva de guerra mediática y fake news, pero habría que ver su traducción en votos. Y saber si ese apoyo de Trump a Salinas lo catapulta o se revierte en su contra, sobre todo con las agresiones trumpistas a mexicanos migrantes, su prepotencia al romper reglas del TLCAN e imponer aranceles e impuestos a diestra y siniestra.

Salinas está en el terreno, incluso, de alguna intervención de sus empresas para garantizar el pago de sus adeudos fiscales o que llegue a un acuerdo con el SAT para alguna posible quita de intereses o recargos, lo cual sería un mal arreglo para ambas partes, pero evitaría un “buen” pleito. Usted tiene la última palabra.