Concluyó la vigésima edición del Festival de monólogos, Teatro a una sola voz en la que por segundo año consecutivo siete muy distintas obras se representaron en el escenario del Teatro 8 de Octubre en Cancún.

Todo empezó el sábado 5 de julio con La señora de la radio, en la que acompañamos a una niña que decide tomar su destino por las riendas y emprender una odisea para conocer a su amiga y reencontrarse con su madre. Una especie de picaresca que nos demuestra que el camino se disfruta más acompañado.

En Cantares se convidó mezcal, porque trasladar enchiladas potosinas era muy complicado, y de tal modo honramos la memoria de quienes ya no están, como el padre de Sayuri, quien en cerca de 80’ comparte a manera de catarsis un poco del dolor que llegó para inundarla y quedarse a su lado una vez que falleciera su instructor de bicicleta personal. No te dejes sola.

Viviana Amaya, acompañada de unas bellísimas ilustraciones, narró la historia del pequeño Elisandro en Doce maneras de afilarse los colmillos, un texto del afamado escritor Óscar Martínez Vélez. Y es que, ¿cómo hacerle para encontrar nuestro lugar en el mundo cuando todo el entorno te presiona para ser algo que no eres?

Miguel Ángel opta por tomarse fotos por doquier y competir en un concurso, chicle y pega, porque él está convencido de su talento. Lucía Uribe encarna a un joven secundariano que si bien no será todavía un profesional, ya está en camino de serlo, porque ni nuestra edad ni los conceptos que otros tengan de lo que es el arte o un paisaje, nos deben detener para cumplir nuestros anhelos.

Nina, por ejemplo, convence a su guardián a que la acompañe en la dura tarea por retornar a su hogar. Con música en vivo, gises de colores, múltiples personajes y un gran vestuario, gracias a Frank y Andrómeda en Nina y los misterios de la tortuga, somos testigos de las estrategias de una niña para mantener intacto su frájil [sic] status quo.

Y de pronto todo se pone muy serio. Llegó el momento de una pieza escénica documental en la que la hija de un Quijote moderno nacido en Chihuahua, describe la particular vida de su progenitor en sus Batallas contra la sombra. Julieta Casavantes vence al fracaso y relata las particulariedades de haber nacido en el seno de un movimiento que buscó cambiar el devenir de nuestro país. Una lección de historia muy necesaria para esta patria que de todo se olvida.

O casi, como María Elena Augusta Rocha Arana, quien a los 72 años decidió romper las reglas en un acto contestatario. Nosotras no podemos nadar es un recordatorio de lo duro que sigue siendo vivir con una hendidura entre las piernas como marca del destino. Los sueños que tenemos de chicos, se pueden quedar en eso, pero si proseguimos con nuestros empeños, quizá logremos transformar la realidad.

De eso sirve ir al teatro, es un medio para conocer nuevas maneras de ver la vida, enriquecernos con muchas voces y hacer comunidad.

Este fin de semana concluye la Segunda edición del Festival de Teatro Internacional Butoh. Por ahí nos vemos.