Los titulares recientes sobre la posible ruptura de la alianza entre Delta Air Lines y Grupo Aeroméxico han generado una ola de reacciones, temores y, como suele ocurrir, oportunismo político.

De inmediato surgieron voces intentando encender las alarmas sobre el supuesto impacto que esto podría tener en el turismo mexicano. Y en medio del barullo mediático, algunos actores han querido arrastrar a Quintana Roo al centro de la polémica, como si nuestros 12 destinos turísticos dependieran exclusivamente de esa alianza bilateral. Nada más alejado de la realidad.

Es momento de poner orden, separar los hechos del ruido, y recordarle a la ciudadanía y a quienes buscan politizar cada crisis, que Quintana Roo no está en turbulencia. Nuestro estado vuela alto, y con rumbo claro.

El Departamento de Transporte de Estados Unidos ha señalado presuntos incumplimientos por parte del gobierno mexicano en acuerdos bilaterales de aviación. La pérdida de slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la reubicación forzada de operaciones de carga al AIFA son parte del argumento para quitarle a Delta y Aeroméxico su inmunidad antimonopolio. Si esto se concreta, más de 20 rutas transfronterizas estarían en riesgo. El impacto estimado sería de 800 millones de dólares en beneficios perdidos para los consumidores y la reducción de capacidad en diversas frecuencias aéreas entre ambos países.

Hasta ahí, el diagnóstico técnico es válido. Lo que no se vale es que algunos actores con poca comprensión (o con demasiadas ganas de colgarse del reflector) hayan intentado incluir a Quintana Roo como uno de los estados afectados.

¿Afecta esto a Quintana Roo? La respuesta es clara, no.

Basta con revisar la lista de rutas en peligro, Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Querétaro y León concentran los vuelos implicados en esta disputa. 

Ninguna de las rutas mencionadas tiene como punto de origen o destino el Aeropuerto Internacional de Cancún o los aeropuertos de Tulun, Cozumel o Chetumal.

Quintana Roo no figura en la lista, porque nuestras rutas no dependen de esa alianza. Nuestro modelo de conectividad ha sido construido con visión de largo plazo, buscando la diversificación, la independencia y, sobre todo, la resiliencia.

Y eso no ha sido producto del azar.

Gracias al trabajo coordinado desde el Gobierno de Quintana Roo, bajo el liderazgo de la gobernadora Mara Lezama, se ha logrado consolidar una estrategia de promoción turística agresiva y efectiva. La participación en ferias internacionales como FITUR en Madrid, la ITB de Berlín o el Tianguis Turístico de México ha derivado en la apertura de nuevas rutas internacionales, el fortalecimiento de la conectividad y el posicionamiento de nuestros destinos a nivel global.

Hoy, Quintana Roo está conectado con más de 124 destinos internacionales, lo que convierte a su aeropuerto en el más conectado de América Latina con Europa, Norteamérica y Sudamérica. 

Y esta mes se anunció un nuevo logro, el vuelo directo Dublín-Cancún con Aer Lingus una alianza que afianza nuestra presencia en el mercado europeo, uno de los de mayor poder adquisitivo y vocación ecoturística.

Entonces, ¿de qué crisis nos hablan?

Mientras algunos estados (conectados en su mayoría vía CDMX) podrían enfrentar disrupciones temporales, Quintana Roo mantiene sus flujos turísticos estables, con una red aérea sólida, amplia y diversificada. Aquí no hay dependencias, sino oportunidades.

Es claro que este asunto tiene un componente geopolítico y regulatorio, pero también uno político interno. 

Lo hemos visto antes, se distorsiona la información, se exagera el impacto y se crean falsas correlaciones. 

Hoy toca desmentir otra, la ruptura Delta-Aeroméxico no es una amenaza para el turismo de Quintana Roo.

Si algo ha caracterizado a esta administración estatal es su enfoque en la diversificación económica y la planificación responsable. Lejos de depender de un solo país o aerolínea, Quintana Roo ha ampliado sus alianzas con mercados emergentes, aerolíneas europeas y sudamericanas, y ha fortalecido su oferta más allá del sol y playa, apostando por el turismo cultural, de naturaleza y gastronómico.

Incluso en medio de esta polémica internacional, Quintana Roo puede salir fortalecido. La posibilidad de que otras aerolíneas ocupen los espacios dejados por Delta-Aeroméxico podría abrir nuevas rutas o frecuencias hacia Cancún, Playa del Carmen, Tulum o Cozumel.

Los mercados estadounidenses siguen viendo a nuestro estado como su principal destino turístico en México. No es casualidad que los vuelos desde Dallas, Houston, Miami, Atlanta y Chicago hacia Cancún mantengan ocupaciones superiores al 85% todo el año. Este nivel de preferencia no se construye con discursos, sino con resultados.

No hay razón para el pánico, y mucho menos para el oportunismo político. Esta situación entre Delta y Aeroméxico debe ser resuelta por las autoridades correspondientes y las propias empresas, sin dramatismos ni distorsiones. El Caribe Mexicano está preparado, está blindado y está avanzando.

Gracias a una estrategia clara de promoción y diversificación, nuestro estado es (y seguirá siendo) el corazón turístico de México y uno de los principales destinos del mundo.

Así que, mientras otros miran al cielo con preocupación, en Quintana Roo seguimos volando alto.