La banda capitalina Little Jesus se prepara para tener este fin de semana un majestuoso concierto en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México. El año pasado estuvieron de gira por el norte y sur de la República y por circunstancias que ya no recuerdo, o que he querido olvidar, no pude acudir a su presentación en Cancún. Tampoco lo haré a la de mañana sábado, una lástima porque sería un plan espectacular.
Si la memoria no me falla los he visto en vivo ya dos veces, y no han defraudado mis expectativas. Quizá deba conseguirme nuevos amigos que me acompañasen o reconectar con los más antiguos, pero bueno, es muy temprano y no estamos para hacer recriminaciones, el show debe continuar.
Para promocionar este magno evento en el que esperan cautivar a unas 20 mil almas, emprendieron una fuerte campaña publicitaria que seguramente los llevó a muy diversos medios para tener entrevistas incómodas y dar pequeños shows como el que se publicó recientemente de una versión deformada de los afamados conciertillos organizados por la radio pública de Estados Unidos.
En su visita a Deforma, el vocalista Santiago Casillas aprovechó para revelar algo que quizá era demasiado evidente en sus canciones y discos, pero que a veces al no darnos el tiempo para ver lo que está más allá de la puerta de la conciencia, no nos enteramos.
¿Qué pasa si no quiero regresar?
El que sabe, sabe
La escritora surcoreana Bora Chung publicó en 2022 un libro de cuentos llamado Conejo maldito, el cual quedó en la lista corta del premio Booker de aquel año. No lo ganó, y es que no sería hasta este año que una colección de historias -y no una novela- se haría por primera vez acreedora al galardón, pero ese es otro tema.
En el relato que da título a su obra, Chung nos comparte una historia de venganza y desolación ante el capitalismo voraz que arrasa con todo. De un modo inexplicable, una lámpara cobra vida y acaba con el patrimonio de una familia entera, comiéndoles el cerebro poco a poco.
Sus acciones, por más que sean comprobables, no son tomadas en cuenta por los que toman las decisiones. Ellos no quieren ver y al dejarse llevar por lo más superficial, se olvidan de lo artesanal. Si les gusta tanto el estado actual de las cosas, quizá deberían tomar más fotos porque todo va a cambiar, sino, en el peor de los casos, habría sido porque llegamos al final del juego. Hay más, pero hasta ahí les cuento.