El desplazamiento climático llega a Quintana Roo

El desplazamiento climático, un fenómeno poco conocido en América Latina, ya está afectando a Quintana Roo. Rocío Mendoza Arroyo, experta en biotecnología y sustentabilidad, alerta sobre cómo los impactos ambientales del cambio global están obligando a personas a mudarse, tanto de forma voluntaria como forzada.

Este fenómeno, explica Mendoza Arroyo, no es un concepto nuevo a nivel global. Consiste en la reubicación de personas debido a factores como el aumento del nivel del mar, huracanes más fuertes, la erosión costera y la degradación de ecosistemas.

En México, ya hay un precedente en la comunidad El Bosque, en Tabasco, donde un caso de éxito de reubicación integral sirve como modelo.

El panorama de riesgo en el estado

Quintana Roo es particularmente vulnerable. Su ubicación geográfica lo pone en la primera línea de los impactos del cambio climático.

La experta señala que, si el nivel del mar continúa subiendo, muchas comunidades costeras quedarán bajo el agua. Es por esto que la academia y organizaciones sociales exigen que el desplazamiento climático se integre en las políticas de ordenamiento territorial y cuente con su propio presupuesto.

Un estudio del INECOL y la UNAM proyecta escenarios alarmantes:

  • Si el mar sube un metro antes de 2100, más de 581,000 hectáreas del Golfo y el Caribe Mexicano podrían sumergirse.
  • Con un aumento de dos metros, la cifra superaría las 800,000 hectáreas, provocando un desastre de proporciones sin precedentes.

Zonas costeras y rurales, en la mira

Localidades emblemáticas como Holbox, Punta Allen y Mahahual, junto con partes de Cancún y la Riviera Maya, están en riesgo de sufrir inundaciones crónicas y perder territorio habitable. Esto afecta directamente al turismo y la pesca, pilares de la economía local.

La erosión de las playas, a causa de fenómenos naturales y desarrollos inmobiliarios, ya ha provocado que muchos residentes pierdan sus medios de vida y se vean obligados a migrar.

En el sur del estado, las comunidades rurales e indígenas también sufren. Municipios como Felipe Carrillo Puerto, Bacalar y José María Morelos experimentan lluvias irregulares que devastan los cultivos, empujando a familias mayas y campesinas a buscar mejores oportunidades en las ciudades del norte.

Impacto en los ecosistemas y la población vulnerable

La pérdida de ecosistemas clave, como manglares, selvas y arrecifes, agrava la situación. Estos entornos son cruciales para la pesca y la agricultura tradicional, y su deterioro debilita la capacidad de las comunidades para adaptarse, acelerando la migración.

Las personas más expuestas a estos riesgos son:

  • Pueblos indígenas mayas.
  • Pescadores.
  • Trabajadores del sector turístico.
  • Familias en asentamientos irregulares.

Sin estrategias claras de adaptación, estas poblaciones enfrentan un alto riesgo de exclusión social.

Un llamado a la acción: del diagnóstico a la prevención

Aunque ya existen iniciativas de adaptación climática lideradas por la Conanp, la Semarnat y los gobiernos estatales, estas se encuentran en etapas iniciales. Incluyen la recuperación de dunas, reforestación de manglares y proyectos comunitarios sostenibles.

La especialista Rocío Mendoza insiste en la necesidad de acelerar y escalar estos esfuerzos. “Todo está conectado”, concluye. “Es más rentable invertir en políticas públicas preventivas que en tratar de lidiar con las consecuencias del desplazamiento climático una vez que ya ha ocurrido”.