Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum alcanza un 79 por ciento de aprobación el día de su primer informe, las ministras y ministros de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) llegan con su respectivo 64 por ciento.

La cultura conservadora derrotada en las urnas y contraria al proyecto de la Cuarta Transformación, ve con reprobación y hasta con burla los cambios inmediatos en la forma con la que comienza la nueva SCJN.

La ceremonia en la zona arqueológica de Cuicuilco, el bastón de mando, la toga con bordados indígenas, todo ello le debe causar profundo escozor e indignación. Margarita Zavala, por ejemplo, considera estas costumbres ancestrales como actos religiosos, lo cual le mereció una reprobación absoluta y amenaza con interponer denuncia judicial para prohibirlas; de ese tamaño son su obcecación e ignorancia; tanto, cuanto ella misma es católica confesa y se ufana en terminar sus discursos con “bendiciones” o “vayan con Dios”.

Los rituales que impulsa el nuevo ministro presidente de la Corte, Hugo Aguilar Solís, por supuesto que son ceremonias patrimoniales; acciones afirmativas prehispánicas que marcan la impronta de la nueva era en la Corte; con apego a los que menos tienen; dejar de estar al servicio de una élite; con la búsqueda del equilibrio en la impartición de justicia.

Claro, que la sociedad eso espera, porque es lo que se ha prometido; la nueva Corte tiene el gran desafío de cumplir esa misión largamente esperada.

Tan es así, que el relevo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, recibe a las nuevas y nuevos togados con una aprobación del 64 por ciento, contra una desaprobación espejo a la Corte que ya se fue, que alcanza 61 por ciento en negativos.

En las redes sociales, los ministros que se van, arrastran el desgaste de años de enfrentamientos con el poder presidencial, mientras que los que llegan irrumpen con un aire de legitimidad por el voto en las urnas.

Estos datos son de MilenIA Central de Datos e Inteligencia Artificial de Multimedios. Una de las razones es la llegada de un nuevo togado presidente de origen indígena, por lo que otorgan su voto de confianza a dichos rituales. Hay quienes lo comparan con Benito Juárez.

Pero si la oposición continúa con esa cerrazón y sin preparar un proyecto de país, continuarán abajo en las encuestas, con números cercanos al 10 por ciento, mientras el morenismo está por encima del 45 por ciento. Pero parece ser que no entienden que no entienden, lo cual es malo para la democracia, porque hay grupos y tribus dentro de la 4T que hacen y deshacen, velando por sus propios intereses, confiados en el bono democrático del obradorismo. Usted tiene la última palabra.