Eugenio Schulz, In Bed With

La primera exposición individual del fotógrafo Eugenio Schulz abre un universo íntimo y cercano. Su propuesta se despliega como un viaje hacia la identidad, la memoria y la fantasía contenida en lo cotidiano.

De la fantasía saturada a la realidad desnuda

La obra de Schulz siempre se ha distinguido por la teatralidad: maquillaje, luces vibrantes y colores saturados que evocaban un mundo paralelo. Sin embargo, hace dos años decidió dar un giro. In Bed With nace de ese tránsito hacia lo real, un ejercicio de mirar sin filtros, de encontrar la fantasía en la naturalidad de un cuarto, una cama o un sillón.

El detonante fue casi accidental: una fotografía cenital tomada en el departamento de una amiga abrió la puerta a una nueva narrativa. Desde entonces, el artista se sumergió en registrar a quienes forman parte de su vida: amigos, familia, colegas, vecinos, hasta completar más de ciento veinte retratos que conforman esta primera etapa.

Intimidad y presencia

La serie invita a preguntarse: ¿quién eres en tu cama, entre tus sábanas, bajo la luz de tu recámara? La intimidad se vuelve espejo y cada objeto del entorno ayuda a definir una identidad. Schulz confiesa que este proyecto también significó aprender a soltar el control —de la luz, del tiempo, de los escenarios— y permitir que cada retratado decidiera cómo habitar ese momento.

El juego de las identidades

La exposición no se limita a In Bed With. También integra la serie En diez años voy a renovar quién soy, un archivo visual de documentos que definen a las personas ante la sociedad: pasaportes, licencias, credenciales escolares, incluso una tarjeta de supermercado.

Estas imágenes dialogan con la fragilidad de la identidad. Un pixelado basta para borrar un rostro en una fotografía, para dejar de ser alguien y convertirse en una mancha de colores. La reflexión apunta a la paradoja de que un pedazo de plástico pueda representar más que la complejidad de una vida.

El brillo de una estrella dorada

La tercera serie suma un tono lúdico y entrañable. Nació cuando el artista, en un ejercicio docente, decidió dar vida a un globo metálico en forma de estrella. Desde entonces lo fotografió en distintos escenarios: en la playa, en un viaje, en la rutina diaria.

Ese globo, aparentemente banal, se transforma en recordatorio del brillo interior, incluso cuando está desinflado o abandonado junto a la basura. Como en la película francesa El globo rojo, esta figura se vuelve símbolo de compañía, amistad y resistencia ante el desgaste del tiempo.

Una despedida desde Cancún

La exposición se presenta en la galería Joint Venture, en Cancún, un espacio que le permitió experimentar con formatos y materiales poco convencionales, como imanes pegados en un refrigerador para la serie de documentos oficiales.

Más que una muestra formal, Schulz quiso crear una atmósfera cercana y relajada, acorde al espíritu de la ciudad.

Se trata, además, de su despedida del Caribe mexicano antes de regresar a la Ciudad de México, con la intención de llevar esta propuesta también a Guadalajara y eventualmente convertirla en un libro.