Cremona es una pequeña localidad situada en el norte de Italia, en la región de Lombardía. En México, algunos pocos habrán escuchado hablar de la Unione Sportiva Cremonese, puesto que fue el segundo club al que llegó el sonorense Johan Vásquez en su carrera por la Serie A. Es un equipo por demás irrelevante, que ha pasado la mayor parte de su historia navegando entre la Serie B y la C.

Sin embargo, en los últimos meses el Cremonese ha estado en el ojo del huracán. Esto se debe a que el pasado verano se unió a sus filas un polémico jugador procedente de un club históricamente ligado al fascismo, al racismo, a la xenofobia: la SS Lazio. El jugador en cuestión no destaca por su nivel futbolístico, sino porque en su nombre lleva la memoria de uno de los personajes más infames de la historia. Estoy hablando de Romano Benito Floriani Mussolini, también conocido por los medios italianos como Mussolini Jr, el bisnieto del dictador Benito Mussolini quien fuera ajusticiado por Urbano Lazzaro, un partisano de la resistencia italiana, hace ocho décadas.

Este joven, de 22 años, que recién entró de cambio en su juego en Verona, no es inocente pues, aunque afirme no estar interesado en la política, ha decidido utilizar con orgullo el apellido de su bisabuelo. Esto ha avivado los debates en medios de comunicación y en redes sociales que temen que esto sume al preocupante ascenso del fascismo en un país gobernado por una política abiertamente racista.

Ya hay antecedentes al respecto, y no me refiero al indigno Paolo di Canio que durante su carrera festejaba con los ultras de la SS Lazio levantando el brazo a la usanza de los fascistas. Me refiero al único gol que anotó Mussolini Jr en su corta carrera, cuando militaba en la Serie B con la Juve Stabia y sus seguidores aprovecharon la ocasión para hacer gestos fascistas. En Italia, como en toda Europa, han proliferado las manifestaciones xenófobas y racistas, particularmente contra jugadores negros, durante las últimas décadas sin que los dirigentes parezcan interesarse. Esta fue una de las razones por las cuales el nigeriano Victor Osimhen, artífice del tercer campeonato del Napoli hace unos años, decidió abandonar el país.

Sin embargo, como hace 80 años, no todo está perdido, y dentro de la comunidad futbolística italiana sí que hay cierta memoria, como lo demostraron Cristiano Lucarelli y los ultras del Livorno, o recientemente con el polémico juego disputado en Hungría entre Italia y el representativo de un país acusado por instituciones internacionales de genocidio. El deporte no está exento de la política, sino todo lo contrario, es un escenario más de lucha. Si usted, estimado lector, tiene consciencia política, desconfíe de aquellos que afirman que “no les interesa la política”, más aún si llevan el apellido de un asesino detrás.