Hace un par de meses caminaba por las calles de la capital cuando, de pronto, me encontré con un puesto callejero de tostadas de pata. El puesto lo atendía un hombre de mediana edad y tez morena. Empezamos a conversar y resultó que era uruguayo. Al poco tiempo transitamos del mundo culinario al del futbol. Platicamos sobre Bielsa, Peñarol, la Copa Libertadores, La Celeste y el Atlas. El tiempo pasó volando. Al despedirnos, mi nuevo amigo charrúa me dijo, “tú sabes de futbol, eso es raro en un mexicano”. ¿Y saben qué? Tiene razón.
No lo digo por mí, sino porque, en efecto, es raro que un mexicano realmente sepa de futbol. Sabrá de los chismes del América, de Messi y del Barcelona, pero ¿de futbol? No lo creo. Antes de expulsarme del país, permítanme explicarme.
Cuando uno sintoniza las transmisiones y se pone a ver el futbol internacional es raro que los comentaristas sepan algo más allá de los equipos con mayor presupuesto. No se molestan en pronunciar bien los nombres de los jugadores (es su trabajo) y lo peor es que a la menor provocación les da por hablar de tal o cual jugador mexicano que muchas veces no tiene nada que ver con lo que está en la pantalla.
Cuando el Chucky jugaba en el Napoli los comentaristas, en lugar de narrar el partido, se enfocaban sólo en él, aunque estuviera lesionado o el trámite del partido o la liga misma estuviera en su clímax. El colmo de todo esto es que ni siquiera se toman en serio la liga local. Se habla de cinco o seis equipos y el resto no existe más.
Por gracia de nuestros tiempos y del internet siempre que puedo veo los partidos de la Serie A o la Copa Libertadores con narración argentina. Con esto no quiero decir que los argentinos no tengan sus vicios, pero, si estoy viendo un Napoli vs. Sassuolo o un Racing vs. Peñarol, lo que quiero es que los que están en el micrófono analicen el partido, me cuenten un poco sobre los jugadores de cada club y le pongan emoción a la narración. Y eso, con el perdón de los nacionalistas, los argentinos, como Mariano Closs o Vito de Palma, lo hacen mejor que nadie.
El gran problema nuestro es de contenido. Hoy los programas de ‘análisis deportivo’ no son otra cosa más que programas de chismes y polémica barata. El grueso de los narradores son unos bufones porque, aparentemente, en México, eso es lo que vende. Que no se me malinterprete, acá hay gente que sabe narrar, que sabe de futbol, pero tristemente el mercado exige otra cosa.
Hace no tanto uno gozaba de las narraciones de Emilio Fernando Alonso e incluso, en sus inicios, Martinoli llegó a refrescar la forma de ser cronista deportivo. Las mesas de análisis eran más serias, las previas y los resúmenes de los partidos eran sobre el partido en cuestión. Se discutía tan seriamente de un Rosario Central vs. Cruz Azul como de un Tecos vs. Pachuca. Pero ahora, todo eso ha cambiado y el mexicano promedio, como diría mi amigo uruguayo de las tostadas, no sabe mucho de futbol.