Palabras más, palabras menos, Francesco Totti, icónico delantero de la Roma y de la selección italiana, alguna vez dijo que si un aficionado prefiere apoyar a un equipo grande antes que al club de su región lo que le gusta no es el futbol, sino ganar. A esto yo añadiría que aquellos hombres viriles que tanto critican el futbol femenil pero cada viernes no se pierden un Mazatlán vs. Querétaro, tal vez lo que les gusta no es propiamente el futbol, pero bueno…
Volviendo al tema de Totti, el miércoles pasado me puse a revisar los resultados de la Champions. Más allá de la aparatosa derrota del Napoli y alguno que otro partido más, no hubo ninguna sorpresa. En 10 de los 18 enfrentamientos un equipo recibió al menos cuatro goles o perdió por diferencia de tres o más. Leverkusen se comió siete en casa, Olympiacos seis en Barcelona, Ajax y Eintracht cinco ante Chelsea y Liverpool respectivamente, Club Brugge recibió cuatro en su visita al Bayern, etcétera.
Me acuerdo, cuando era pequeño y empecé a ver la Champions, que me tocó ver a equipos como el Leverkusen de Ballack llegar a la gran final y al Dortmund de Lars Ricken conquistar el campeonato ante la Juve. Al Villarreal de Riquelme en semifinales, al Fenerbahçe en cuartos, al Beşiktaş liderando con autoridad su grupo, al Rosenborg noruego eliminar al Milan, al Werder Bremen, Shakhtar Donetsk, Spartak Moskva, Lyon o incluso al PSV compitiéndole cara a cara a los poderosos en rondas definitorias. Si nos vamos más atrás (no hace poco, pero tampoco hace tantísimo) el Crvena Zvezda y el Steaua Bucarest fueron campeones europeos.
Los tiempos han cambiado. No importa cuándo leas esto, el Real Madrid, Barcelona, Bayern München, PSG y Manchester City golearon en sus respectivos compromisos. Y es ahí cuando yo verdaderamente me pregunto ¿los aficionados de estos equipos realmente se emocionan viendo cómo semana a semana golean sin mayor oposición?, ¿se emocionarán de ver cómo cada tanto les señalan a favor penaltis dudosos a sus súper estrellas? ¿se alegrarán de ver cómo cada temporada, cuando por fin alguien en el ámbito local les puede competir, el mercado europeo se encarga de desarmar a sus humildes rivales? Yo no lo entiendo. No entiendo qué emoción puede sentir alguien en irle a un monopolio o duopolio como el Real Madrid y el Barcelona. No entiendo qué emoción puede haber en ganar siempre con todo a favor.
No soy ingenuo, entiendo que las jerarquías monetarias siempre han existido y, en ese sentido, cada club de primer, segundo, tercer o cuarto nivel cumple una función en la industria del futbol. Pero en serio… ¿Es necesario llegar a esos extremos?
Desde mi humilde opinión a esas personas no les gusta el futbol, les gusta ganar, Messi, las playeras con diseños horribles, los zapatos de colores y no mucho más… A esto nos reduce el futbol moderno, neoliberalismo aplicado al deporte. ¡Qué flojera!

