Cómo decir que todo va bien cuando todo va y viene. Esa reflexión me vino a la mente ayer por la mañana, y se quedó por un rato adherida a mis pensamientos, hasta que también se fue, como todo.
Cuando una puerta se cierra, una ventana se abre. Procuraré no mencionar nombres en esta ocasión y hacer de este un texto objetivo y universal, es decir, uno que no cause conexión con persona alguna. Pensemos esto como si fuera un trabajo que se le pidió realizar a ChatGPT o a alguna otra inteligencia artificial.
Sin duda cumpliría con la tarea, y entregaría algo desprovisto de vida, pero capaz de llenar este espacio y hacerme olvidar del menester que ahora me aterra.
Bienvenido al nuevo mundo, que se desintegrará en el próximo segundo.
Recuerda no ser impaciente con quien lo sea contigo, ni malcriado con quien sea malcriado, intransigente, malhumorado.
No hay que darle por su lado al que te sea frontal, ni opaco con quien no sea transparente, o indiferente con quien no tenga ligazón con uno.
El amor es la droga más fuerte y una vez que entra al cuerpo es difícil vivir sin ella.
Hagamos algo, imaginemos que es primero de enero y para no hablar mal de nadie, acordémonos de las cosas que nos hicieron reír, y brincar de emoción, dejemos al pasado a un lado y estando así, solos, sigamos adelante.
¿Viste, mamá? No da para quedarse ahí pegado a la puerta, hay que ir cada quien, a su ritmo, porque tanta prisa, ¿para qué?
Para mejorar nos queda andar con cuidado, no hablar ni pensar por otros, así no se queda mal con nadie (aunque sea sólo eso y no signifique nada). Dejemos todo bien, con su vaivén.
Una gran realización parece ser necesariamente insuficiente, mas su efecto será infinito.
Una gran justicia debe parecer tortuosa.
Un gran talento parece una tontería.
Una gran elocuencia, es más bien muda.
El movimiento elimina el frío.
La quietud supera al calor. Pureza y quietud son el patrón de medida del mundo.
Ahora dejemos que las certezas proliferen en nuestras mentes. ¿Es cierto que no podemos escapar de los algoritmos? ¿Por qué será que aún seguimos vivos? La desinformación es radioactiva; si tenemos a Google, ¿quién necesita de la memoria?
Gracias, mi querido amigo Arnaldo.

