El pasado fin de semana se inauguró una escalinata de madera para que los visitantes puedan ascender hasta el templo ubicado en la cima del monumento arqueológico Nohoch Mul, de la zona arqueológica de Cobá, el más elevado de la planicie yucateca, con 42 metros de altura y 119 escalones originales y 121 escalones de madera que componen la sui géneris escalinata.

Parecía impensable una escalinata de este tipo, sin embargo, se dieron condiciones que la hicieron posible: primero, una demanda de los ejidatarios a partir de que se suspendieron los ascensos en el año 2019, al considerarlos de cierto riesgo para las personas visitantes y para la integridad del propio monumento y, segundo, la fuerte demanda social de visitantes para que se reactivara el acceso a la parte más alta del edificio.

Así fue que la Coordinación Nacional de Obras y el Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), analizaron diversas propuestas técnicas y de presupuesto, lográndose concretar el proyecto que fue realizado en el marco de las obras del Tren Maya, con un costo de casi cinco millones de pesos.

Este tipo de obras podría ser discutible, porque no deja de ser una estructura construida en un edificio patrimonial, sin embargo, existe este tipo de estructura en sitios patrimoniales como en Tikal, Guatemala y el mismo Coliseo Romano de la capital de Italia.

Según el propio INAH, se cumplieron los criterios y normatividad internacional de restauración de monumentos históricos para hacerla posible en el Nohoch Mul de Cobá, que ahora luce una escalinata de madera de chicozapote en medio de la escalinata de piedra original, proyectada para una durabilidad y seguridad, sin dañar el edificio.

Cobá fue una de las más importantes capitales mayas, cuyo esplendor se dio en el período clásico entre los años 500 y 1000 aproximadamente; en su apogeo tuvo una reina muy poderosa en el siglo VI d.C., a quien le adjudican el título de Kaloomté el de mayor jerarquía para las personas gobernantes, llamada Ix Ch’ak Ch’en “Mujer que corta pueblos” o La Reina Escribana de Cobá.

Con la caída del poderío de esta metrópoli maya, después del año 800, la otrora dinastía dominante de Coba se extinguió, dando paso a la consolidación de un nuevo poderío: Chichén Itzá.

Cobá es de las muy pocas ciudades antiguas que conserva su nombre original desde tiempos prehispánicos, que significa “Agua Picada” en alusión a que fue construida entre un conjunto de lagos que imprimen la visita una sensación muy especial.

Cobá es una ciudad donde se han encontrado 35 estelas, muchas de ellas con glifos cuya lectura por epigrafistas narran historias de dinastías, fechas y otras referencias que han permitido integrar un relato más estructurado de este pueblo y su relación con Tikal, Calakmul, Dzibanche, Chichén Itzá, Yo’okop, entre otros.

La escalinata que será ahora un atractivo singular de Cobá fue financiada por el Programa de Mejoramiento de Zonbas Arqueológicas PROMEZA, construida por campesinos forestales del ejido Noh Bec, a partir del proyecto arqueológico y la intervención especializada de arqueólogos coordinados por el doctor Manuel Pérez Rivas; su construcción permitió la renovación de los espacios de diálogo y colaboración con la comunidad de Cobá, para fortalecer la apropiación social del patrimonio y elevar las condiciones para su cuidado, protección y respeto.

Vale la pena volver a visitar esta zona arqueológica para conocer un poco más de aquella gran civilización de la que somos descendientes, al igual que las otras 10 zonas arqueológicas que también recibieron obras de mejoramiento; además, es un buen pretexto para hacer estas visitas por el Tren Maya. Usted tiene la última palabra.