CHINA.- Exactamente un año después de que China impusiera un espectacular confinamiento en la ciudad de Wuhan, ahora aparentemente libre del coronavirus, muchos países se ven obligados a restringir los viajes y las actividades para intentar acabar con una epidemia que no amaina.
El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que “más de 600 mil” personas podrían morir a causa del coronavirus en su país, el más afectado del planeta.
Ante un virus que ya deja más de 400 mil muertos en Estados Unidos, su administración impulsó las ayudas a las familias para comprar alimentos ante el creciente número de niños estadounidenses que pasan hambre al no poder comer en las escuelas, ahora cerradas debido al covid-19.
“El pueblo estadounidense no puede darse el lujo de esperar”, dijo Brian Deese, del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. Mucha gente “pende de un hilo”, agregó.
Además varios estados se enfrentan a problemas de distribución de vacunas: Nueva York anunció que su suministro se acabaría el viernes.
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Un año después de la pandemia
Entre tanto Wuhan, la enorme metrópolis del centro de China que a finales de 2019 fue la primera ciudad del mundo en sufrir lo que entonces era un misterioso virus asesino, intenta pasar página.
Este sábado hace un año que China decretó el confinamiento en la ciudad de 11 millones de habitantes, que durante 76 días quedó aislada.
Ahora parece un remanso de paz sanitaria si se compara con muchos lugares del mundo.
“Me siento completamente seguro. La situación está bajo control y ya no tengo miedo”, declara a la AFP Li Wenfu.
Aunque Wuhan no ha registrado nuevos casos de covid-19 desde mayo pasado, la amenaza del virus sigue ahí. En las últimas semanas, varias regiones chinas han vuelto a confinar a parte de su población después de brotes epidémicos limitados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enviado una misión a la ciudad pero afirmó que es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre si el covid-19 se originó en China.
“Claramente es demasiado pronto para llegar a una conclusión sobre el lugar donde nació este virus, ya sea en China o fuera de China”, declaró en Ginebra el director encargado de emergencias sanitarias de la organización, Michael Ryan.
Vacunación contra el COVID-19
En la actualidad la prioridad es frenar la pandemia, que ha causado estragos en la economía.
El indicador PMI muestra que Europa se encamina hacia una nueva recesión, mientras América Latina sufre la caída más pronunciada de sus exportaciones desde la crisis financiera mundial, hace más de una década.
Entre tanto, muchos países han puesto sus esperanzas en la vacunación, pero con distintas estrategias.
Hungría anunció que se separa de la estrategia coordinada de la Unión Europea y que comprará dos millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V.
“No importa si el gato es negro o blanco, siempre que atrape al ratón”, dijo el primer ministro húngaro Viktor Orban sobre las diferentes vacunas, a pesar de la cautela de algunos expertos sobre el hecho de que Sputnik V se lanzó antes de ser sometida a pruebas clínicas a gran escala.
Mientras tanto, Brasil debía recibir dos millones de dosis de vacunas desarrolladas por la empresa farmacéutica británica AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
Uruguay, uno de los países latinoamericanos más rezagados en el inicio de campañas de inoculación contra el virus, anunció un acuerdo con el gigante farmacéutico estadounidense Pfizer y el chino Sinovac para el suministro de vacunas, aunque sin dar detalles del número o la fecha de suministro de las dosis.
La OMS ha advertido repetidamente que los países más ricos acaparan la vacuna.
Sin embargo, hubo buenas noticias para las naciones más pobres: la OMS y Pfizer anunciaron un acuerdo para poner a su disposición hasta 40 millones de primeras dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech a través del mecanismo Covax.
“Solo podremos poner fin a la pandemia si acabamos con ella en todas partes”, dijo el jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Un acuerdo separado, negociado por agencias internacionales que trabajan con la OMS, proporcionará a los países en desarrollo decenas de millones de pruebas rápidas de antígenos a la mitad del precio habitual de 5 dólares.
En Reino Unido los imanes utilizaron sus oraciones de los viernes para tranquilizar a los fieles y afirmar que las vacunas contra el coronavirus son seguras, usando su influencia en las comunidades musulmanas para apoyar la campaña de inmunización.
El país lucha para contener una nueva cepa de covid-19 que no solo es más contagiosa, sino potencialmente más mortal.
Patrick Vallance, máximo asesor científico del Ejecutivo británico, dijo que la cepa podría ser entre un 30 y un 40% más mortal para algunos grupos de edad, aunque enfatizó que la evaluación se basó en escasos datos.
La cepa británica, junto con las variantes detectadas por primera vez en Sudáfrica y Brasil, está impulsando un endurecimiento de las restricciones de viaje.
Bélgica prohibió los desplazamientos no esenciales fuera del país, mientras Dinamarca suprimió las conexiones áreas con Emiratos árabes Unidos.
Y Hong Kong impuso su primer confinamiento, a miles de habitantes de uno de los barrios más densamente poblados, que deberán quedarse en sus casas durante 48 horas.
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