Tiempo Nuevo
Por: Salvador Guerrero
Correo: sgchipres1@hotmail.com / Twitter: @guerrerochipres
Es significativo de la corrupción mexicana, en proceso de ser atacada según se nos insiste con necesaria reiteración, que haya hecho partícipes a las universidades públicas.
También con las privadas, algunas de las cuales hacen fila, a veces exitosa con el Gobierno federal actual para ser copartícipes de una serie frecuentemente muy costosa de tareas para “coadyuvar” al éxito del actual Gobierno.
En el caso de las universidades públicas, uno de los esquemas ha sido que se presten como intermediarias generadoras de facturas de realización de trabajos y obras inexistentes a cambio de favores en la promoción de individuos o a cambio del más vulgar “moche”.
Respecto del tema de la corrupción en universidades públicas, algunas de las cuales no se atreven siquiera a enfrentar su propia delincuencia interna al mismo tiempo que emiten discursos sobre ética universitaria, la Auditoría Superior de la Federación ha dejado un amplio rastro que vale la pena recordar.
Es importante hacerlo porque el 22 de febrero pasado, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, dio a conocer que decidió bloquear cuentas bancarias de una universidad estatal “por un posible acto de lavado de dinero”.
De acuerdo a lo que reporta nuestro diario hoy, entre los movimientos detonadores del bloqueo se encuentra el hallazgo de depósitos y transferencias internacionales provenientes de más de 22 países, entre los cuales sobresalen España, Reino Unido y Suiza.
En otras palabras, además de la corrupción habitual ya conocida y señalada por la ASF para algunas universidades estatales, ahora surge el tema del lavado de dinero, cuyo detalle está obligado a compartir la autoridad hacendaria e investigadora judicial en algún momento.
La liberalidad perniciosa con la cual se han conducido algunos grupos políticos en las instancias autónomas de las universidades está relacionada con márgenes de corrupción que los universitarios, alumnos, profesores, administrativos y autoridades tienen razón en repudiar al externo de sus casas de estudioÔǪ de la misma forma que tendrían autoridad y razón de repudiar en casa.
Las escuelas particulares, debe insistirse, también han participado de algunos cochupos millonarios. Esperemos conocer algunos esquemas de operación de algunos centros académicos que actuaron como encubridores y simuladores respecto de ciertas políticas públicas del gobierno de Enrique Peña Nieto. De los atropellos ocurridos en contra de la más básica ética administrativa tendremos noticias.
Y de las universidades que ya han estado en la mira por corrupción, según el estándar identificado para el caso por la propia ASF, están las universidades autónomas de Zacatecas, Morelos, Estado de México, Nuevo León, Del Carmen, Chiapas Metropolitana, así como las politécnicas de Francisco I. Madero, de Chiapas, y la Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Lo que no se puede enseñar en las universidades, públicas y privadas, es corrupción. Vamos aclarando el escenario por el bien de todos y para verificar los detalles de las observaciones de la ASF en los que destaca la operación opaca de fondos de jubilación, adquisición de materiales inexistentes, construcción de obras ausentes, fallas en trabajos y hasta en comprobación de gastos.